Dejando de lado los papeles que tenía previsto, contestó de manera improvisada a las preguntas que le realizaron algunos jóvenes. "Se escucha: ¡debemos fundar un partido político!: ese no es el camino", contestó el Papa a una de ellas.
"La Iglesia es la comunidad de cristianos que adora al Padre, va en el camino del Hijo y recibe el don del Espíritu Santo. No es un partido político. 'No, no decimos partido, sino... Un partido solo de católicos': no sirve y no tendrá capacidad de convocatoria, porque hará aquello para lo que no ha sido llamado", señaló el Papa.
A continuación, aseguró que "pero es un martirio diario: buscar el bien común sin dejarse corromper".
En el discurso que no leyó, pero que fue publicado por la Santa Sede, el Papa pidió buscar la justicia y la paz y solicitó también a los cristianos que se dedican a política buscar el bien común y ser sal y luz.
“Frente a la cultura de la ilegalidad, de la corrupción y del choque, ustedes están llamados a dedicarse al bien común, también mediante el servicio a la gente que se identifica con la política”, decía el texto.
En ese sentido, recordó que los cristianos que se dedican a la política están “llamados a ser sal y luz en el mundo también a través de esta modalidad de presencia”.
El Papa aseguró conocer bien a la Asociación “por haber sido asistente nacional en Argentina, al final de los años 70”. “Sus raíces radican en las Congregaciones Marianas, que datan de la primera generación de compañeros de San Ignacio de Loyola”.
Francisco destacó la intensa vida espiritual de la Asociación y el celo apostólico de sus miembros, que desarrollan el Concilio Vaticano II.
A continuación les ofreció algunas “guías” para su recorrido de vida cristiana. La primera, indicó, es "el empeño por difundir la cultura de la justicia y de la paz”.
En el segundo punto trató de la importancia de la pastoral familiar y les animó a “ayudar a las comunidades diocesanas en la atención por la familia, célula vital de la sociedad, y en el acompañamiento al matrimonio de los novios”.
Al mismo tiempo, “pueden colaborar en la acogida de los considerados 'alejados': tras ellos no hay pocos separados, que sufren por haber fallado en su proyecto de vida conyugal, como en otras situaciones de malestar familiar”.
La tercera línea fue la de “la misionaridad”. “Los animo a mantener esta capacidad de salir y de andar hacia las fronteras de la humanidad más necesaria. Hoy han invitado delegaciones de miembros de sus comunidades presentes en países con las que se han hermanado, en especial Siria y Líbano: pueblos torturados por terribles guerras. A ellos renuevo mi afecto y solidaridad”.
Estos pueblos, dijo, “están experimentando la hora de la cruz, y por eso hagamos sentirles el amor, la cercanía y el apoyo de toda la Iglesia”.
“Su estilo de fraternidad, que los está comprometiendo también en proyectos de acogida a los migrantes en Sicilia, los haga generosos en la educación de los jóvenes, sea en su propia asociación, sea en el ámbito de las escuelas”.
En este punto recordó cómo San Ignacio entendió que “para renovar la sociedad se necesitaba partir de los jóvenes y favoreció la apertura de las escuelas”.
Por ello, “también ustedes pueden ser activos en la animación de las instituciones educativas, católicas y estatales, presentes en Italia”. Pero siempre con “alegría y testimonio evangélico, unido a la delicadeza de la aproximación y del respeto al otro”.
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