Mensaje del Padre Pedro Rodríguez
Extracto del Discurso durante el desayuno ofrecido a los Comunicadores locales, y dedicado al Padre Adalberto González, pionero de la Pastoral Diocesana de la Comunicación, en sus Bodas de Oro Sacerdotales.
En esta ocasión, en la Posada de los Comunicadores, los invito a reflexionar sobre lo que parece una divertida coincidencia, la que nos hace pensar que tanto el Periodista como el Sacerdote tienen aspectos muy similares en su vocación. El motivo para pensar en esto nos lo ofrece el hecho de que hoy estamos celebrando las Bodas de Oro de un Sacerdote que ha sabido expresarse con las Letras. Algo que también podríamos llamar: un Sacerdote con vocación de Periodista. El Padre Adalberto nos hace pensar que el ser un buen Sacerdote y un buen Comunicador o Periodista, pueden coincidir en la misma persona.
Tanto el Sacerdote como el Periodista tienen vocación de Comunicadores; se ponen a buscar la buena noticia y, cuando la encuentran, se convierten en anunciadores de la misma. Pero, mientras el Periodista busca la noticia de 8 columnas, el Sacerdote busca la más grande noticia jamás contada; el Periodista trae la noticia para informar, pero el Sacerdote anuncia la Buena Noticia para traer la Salvación. En uno, la noticia informa; en otro, salva.
Y es que la noticia no se inventa, se descubre. En eso también tienen caminos muy similares, porque el Periodista anuncia la noticia que ha descubierto, así como es, aunque a veces parezca estar al servicio de la calamidad, que no del anuncio gozoso. ¡Cuántas veces el anuncio del Sacerdote se convierte también en denuncia o advertencia!
Enviados como Mensajeros
El Periodista es enviado por el Medio de Comunicación que lo contrata para comunicar; y la vocación del Sacerdote se concretiza a través de la Iglesia. En ambos, como si se tratara de una doble fidelidad: ser fiel al que lo envía y también al que lo lee o lo escucha. Cuando se conjugan los dos elementos, es hermosa la vocación; cuando se logra ser fiel a los dos extremos. El Periodista es fiel al Medio que lo contrata y a las personas a quienes comunica con verdad y eficiencia; el Sacerdote es fiel a la Iglesia y a los fieles a quienes anuncia la Salvación.
A veces, podría pensarse que el Periodista debe tener algo de sacerdocio y el Sacerdote poseer muchas cualidades del Periodista. Éste tiene tintes sacerdotales cuando en el ejercicio de su trabajo arriesga mucho y, no pocas veces, pone en juego su propia vida, se involucra en la verdad que él mismo anuncia. El Sacerdote, cuando proclama la Palabra, cuando anuncia y denuncia, puede poner también en riesgo su propia integridad. Cuando ambos so comprometen con la Verdad, pueden caer en problemas, porque la Verdad sí llega a incomodar a muchos. A lo mejor, por esta razón, en nuestro país es muy peligroso ser Periodista y también ser Sacerdote.
Al servicio de la Palabra y con la palabra
Tanto el Periodista como el Sacerdote están comprometidos con la palabra; es como su instrumento de trabajo o la materia prima de su comunicación. Es posible que ambos puedan ser expertos de la palabra y ponerse al servicio de la Palabra, con mayúscula.
Pero con la palabra se construye y también se destruye. ¡Cuánto quisiéramos escuchar sólo las noticias que edifican, palabras que dan vida en abundancia! A este propósito, quiero recordar que, en nuestra Arquidiócesis, somos invitados este año a revisar en qué manera estamos dando vida a nuestro pueblo con el ejercicio de nuestro trabajo; es decir, revisar si, con lo que hacemos, nuestro pueblo tenga vida digna.
Es ocasión para convertirnos en auténticos destinatarios de la Buena Noticia. Porque caemos en el peligro de pensar que la noticia que buscamos es solamente para nuestra gente. Corremos el peligro de buscar alguna nota que llene nuestro periódico o noticiero y nos siga dejando vacío el corazón. Hoy la Noticia es para nosotros, recibámosla.
Al impulso del Espíritu
La Posada de los Comunicadores es ocasión para decirle al Sacerdote y al Periodista que no están solos en esta vocación; que somos muchos y que nos sentimos hermanos y, juntos, complementamos una misión que nos llevará -a los Sacerdotes- a ser hombres de Iglesia pero expertos en Comunicación, y a los Periodistas a ser auténticos Comunicadores con una viva experiencia de Iglesia.
Demos gracias por los Comunicadores y Periodistas de vocación, los que han dejado parte de su vida en la información; gracias a los Sacerdotes que, como el Padre Adalberto, han sabido combinar su sacerdocio con las buenas letras. Gracias a los Periodistas que se sienten Iglesia y gracias a la Iglesia que descubre su vocación de ser comunicadora.

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