Siendo Vicario en Tamazulita, de la Parroquia de Tecolotlán, Jalisco, durante la Persecución Religiosa se escondía para celebrar la Santa Misa. Los soldados y algunos agraristas lo tomaron preso y fue conducido a una loma. Allí, colocado al centro de la tropa, con heroica serenidad les dijo: “Bueno, paisanos, van a colgarme. Yo les perdono; que mi Padre Dios también les perdone, y siempre ¡viva Cristo Rey!” Los verdugos tiraron con tal fuerza la soga, que la cabeza del Padre Jenaro se impactó contra la rama del árbol. Murió hace 90 años, la noche del 17 de enero de 1927.
Había nacido en Zapopan, Jalisco, el 19 de septiembre de 1886. Se distinguió como un Sacerdote recto, obediente, fervoroso y muy celoso en preparar a los fieles para recibir los Sacramentos. Incluso él mismo les daba Catecismo a los niños. Lloró cuando se dio la orden de cerrar al culto los templos, y hasta fue previamente apresado por dar pública lectura a una Carta Pastoral del Arzobispo Francisco Orozco y Jiménez.
Forma parte del Grupo de 25 Mártires Mexicanos canonizados el 20 de Mayo del año 2000 por el Papa Juan Pablo Segundo.
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