Guadalajara es nuestra herencia y nuestro patrimonio;
debemos trabajar por ella
Sonia Gabriela Ceja Ramírez
Guadalajara cumple 475 años de haber sido fundada en su sede actual, y en casi cinco siglos de crecimiento, ha dado giros vertiginosos pero también ha mantenido firmes sus tradiciones y valores.
A través de los siglos
“Si nos preguntáramos qué ha sido lo más significativo en el crecimiento de la ciudad, siglo por siglo, podríamos decir que el primero, el Siglo XVI, fue muy inestable; lo más significativo fue que lograra afirmarse en el Valle de Atemajac con una población que se hizo cada vez más constante, porque incluso de las familias que fundaron la ciudad, pocas perseveraron en ella”, afirma el Padre Armando González Escoto, Historiador, Cronista tapatío y Responsable del Área de Publicaciones de la Universidad del Valle de Atemajac.
“En el Siglo XVII, la ciudad identifica su historia, su origen, sus raíces y establece los símbolos, la señalética en torno a la cual va a construir su identidad, lo cual es muy importante. En el Siglo XVIII la ciudad se vuelve espléndida, se afirma plenamente; es como nuestro primer Siglo de Oro, cuando realmente se construye la Guadalajara monumental que conocemos como el Centro Histórico, que era prácticamente toda la ciudad.
“El XIX fue un siglo muy crítico; es verdad que la región alcanzó su independencia, se consolidó como un Estado oficialmente libre y soberano, pero fue un siglo de una enorme inestabilidad política y, por lo tanto, económica; muchas guerras, muchos cambios de Gobierno, muchas luchas de partido. Hay que esperar hasta el segundo período del Gobierno de Porfirio Díaz como Presidente de la Nación, para que se genere un apaciguamiento nacional y eso favorezca una nueva conformación de los Estados y de las ciudades. Estamos hablando de 1884. O sea, prácticamente del 21 al 84, la Historia se volvió sumamente conflictiva.
“La ciudad sobrevivió y creció porque la Guerra de Independencia hizo que mucha gente del medio rural viniera a vivir a Guadalajara para protegerse. Vuelve a crecer posteriormente con el tema de la pacificación general del país, y así entra al Siglo XX.
En la época contemporánea
“En el Siglo XX, los primeros 30 años fueron sumamente caóticos, paradójicamente, siempre a causa de las luchas partidistas de la Revolución, de la guerra de los caudillos, de la búsqueda y de la defensa de los intereses de las bandas, de los partidos, por encima del bienestar de la comunidad.
“De 1911 a 1930 fueron, otra vez, años de mucho desequilibrio, de la muerte de muchísima gente a causa de las guerras, pero ya entre el 30 y el 70, Guadalajara logra un nuevo acuerdo de los diversos grupos de poder, de las diversas clases sociales, y con eso va a tener un desarrollo exponencial extraordinario, positiva y negativamente considerado.
“El proceso de reconciliación regional que llevan adelante el Cardenal Garibi Rivera y el Gobernador González Gallo, va a dar abundante fruto.
“La introducción del agua de Chapala a Guadalajara va a generar que la región se industrialice y eso atraiga un enorme contingente de población de fuera. O sea, la migración prácticamente se sale de control, y lo que había sido una ciudad muy cuidada hasta la década de los 60’s, a partir de los 70’s se vuelve muy caótica en cuanto al desarrollo urbanístico”.
A pesar de ser cada vez más caótica en cuanto al tráfico y la Sociedad, nuestra ciudad conserva su belleza, que combina la tradición y el progreso, los valores que distinguen
a su gente y la religiosidad que la han caracterizado.
Bienvenido el caos
“De ahí para acá, la ciudad ha vivido en un constante caos: el de la sobrepoblación en el Valle de Atemajac; el provocado por la voracidad de los fraccionadores con la connivencia del Gobierno; el del tráfico, que va creciendo cada vez más a causa de que el parque vehicular se amplía, pero no así las vialidades ni en su calidad ni en su viabilidad. Por lo tanto, la ciudad empieza a cambiar su clima; se vuelve más calurosa, ya que, al ser mayoritariamente pavimentada, no permite que la lluvia se absorba por la tierra. El tráfico destruye las vialidades porque es mucho, y porque, además, los pavimentos son corrientes, aunque los cobren como finos.
“Y esa tendencia de los Gobiernos a querer lucirse haciendo obras de relumbrón, muy impresionantes, muy llamativas, pero muchas veces inútiles, la ciudadanía ha tenido que pagar tanto en lo económico como en sus consecuencias. Un ejemplo lo tenemos en la Macroplaza Tapatía, que sigue casi la mitad desocupada y que es muy difícil mantener. Otro ejemplo vamos a tenerlo muy seguramente ahora que se haga esa obra faraónica de peatonalizar la Avenida Alcalde-16 de Septiembre, estrangulando permanentemente ese eje vial de comunicación entre el Sur y el Norponiente de Guadalajara, sin que eso sea una necesidad. Mientras, el resto del Centro Histórico se está cayendo a pedazos: más de 1,200 casas abandonadas que no han tenido un plan maestro de rescate y de viabilidad económica.
“Es una situación que hemos vivido y que seguimos viviendo con el partido que pongan.
“Guadalajara es, hoy, un ejemplo nacional de abandono, de descuido y de ruina”, aseveró el Padre Armando González.
Si bien desde la Independencia se convirtió en la segunda ciudad más importante del país, fundamentalmente por su dinamismo económico, hoy por hoy la ciudad ha decaído. “No es la segunda ya en cuanto a capital, porque los grandes capitales se mueven en otras ciudades, como serían Monterrey o incluso Puebla, pero Guadalajara no. Sigue siendo la segunda ciudad en cuanto a número de habitantes, pero en otros aspectos no es la segunda ciudad con el mejor Centro Histórico ni con las mejores vialidades ni con el mejor manejo del tráfico”.
Nuestra identidad
El Padre Cronista de nuestra urbe señaló que la comunidad católica hizo a Guadalajara desde su origen hasta el momento actual. “Han sido empresarios católicos, comerciantes católicos, organizaciones de industriales católicos, y un gran etcétera, aunque eso no excluye que otras comunidades con otras creencias hayan contribuido para que Guadalajara siguiera creciendo, sobre todo en la época contemporánea, por ejemplo la comunidad judía, que desde principios del Siglo XX ha sido muy dinámica y muy trabajadora, y que ha aportado para que la ciudad crezca”.
Entre los símbolos que dan identidad a Guadalajara, el entrevistado distinguió a la Virgen de Zapopan; construcciones emblemáticas: “La Catedral ha sido un emblema por su originalidad; dicen que nadie sabe qué estilo es, y lo mejor sería decir que es estilo tapatío; inspiración gótica una parte, barroca otra, toscana otra, es un collage que quedó bien. Hay otras construcciones como Los Arcos o La Minerva; actividades como el futbol; incluso la gastronomía es emblemática: las tortas ahogadas, el pozole tapatío, las jericallas y todo lo que nos gusta comer por cada época del año”.
El principal motivo para celebrar estos 475 años es que hemos sobrevivido a pesar de los políticos, pero también a pesar de nosotros mismos. Y es que, sobre todo en los últimos años, los tapatíos nos hemos ganado el mote de “apatíos”; es decir, somos apáticos y dejamos que las cosas pasen aunque nos perjudiquen. “Siendo apáticos, con el Gobierno que hemos tenido hasta el presente y llegar hasta los 475 años, es una ventaja que debe celebrarse, porque hemos sobrevivido, aun ante las grandes tragedias como la del 22 de abril de 1992.
“Tenemos un carácter muy expansivo; a la gente de aquí le gusta gritar, y grita cuando canta, grita en las fiestas religiosas, le gusta expresarse; pero, paradójicamente, es una Sociedad muy reservada, no siempre decimos lo que pensamos y, en ese sentido, somos un tanto crípticos; el no decir siempre lo que uno piensa, puede llamarse prudencia o puede llamarse hipocresía… Digamos que tendemos a la prudencia.
“Somos también muy creativos, tenemos una tendencia a conciliar siempre la tradición con el progreso. Yo, cuando veo un automóvil nuevo que va detrás de una calandria, digo que ahí va la tradición guiando al progreso. Es parte de nuestra identidad.
“También lo son nuestros valores: la solidaridad, por ejemplo. Y el ícono más representativo es el Hospicio Cabañas, que no tiene comparación con ninguna otra obra de caridad en América Latina; es la obra de asistencia social que hizo la Iglesia para los pobres que no tenían casa, para enseñarlos a trabajar y que pudieran valerse por sí mismos. Quiere decir que ha sido también un carácter nuestro la preocupación social y la búsqueda de ayudar a las personas”.
Aquí no hubo Conquista
Otra característica de Guadalajara ha sido su religiosidad: “Esto se debe a que fue una ciudad fundada y habitada por ‘cristianos viejos’; es decir, cristianos que tenían muchos años de serlo, pues en España hubo cristianos desde el Siglo I.
“Además, las comunidades indígenas no fueron conquistadas en esta región, sino que se aliaron a España; por lo tanto, el tránsito de una civilización a otra fue mucho más suave, más voluntario; estas comunidades indígenas asumieron la fe de una manera mucho más suave también y se identificaron con mayor fuerza”.
Finalmente el Padre Armando refirió que, como ciudadanos, podemos regalarle a Guadalajara un mayor compromiso en todos los aspectos, desde la limpieza hasta la participación democrática y la salvaguarda de nuestra cultura y de nuestras grandes tradiciones.
A 475 años de la Fundación de Guadalajara
Seguimos siendo una Sociedad
regida por las clases
Como toda ciudad, Guadalajara tiene sus fortalezas y debilidades, que siguen siendo el espejo de la Sociedad de hace más de cuatro siglos, predominando las actitudes hispanas, reflejo de la lengua y la religión católica.
Dulce Natalia Romero Cruz
Hace 400 años que nos remontamos a la Fundación de la Ciudad. Para empezar, desde la cantidad de habitantes no era para nada igual, porque demográficamente éramos muy débiles y dispersos, una Sociedad señorial y dividida por las clases sociales.
“Bajo las Leyes de Indias, los neogallegos teníamos que seguir ciertos lineamientos o pautas de conducta ya establecidas por la Ley. El ejemplo es que había barrios para indígenas y otros para españoles. En esa Guadalajara había una religión que nos daba identidad, y una lealtad, que era hacia el Monarca o Rey, mantenía cierta cohesión y orden entre los súbditos y el Rey de España, y los hijos de la Iglesia Católica. Pero, por otro lado, también era estamentaria: cada individuo sabía el lugar que debía ocupar y cuáles las labores que debía desempeñar. El gran perdedor era el mestizo, que no tenía cabida ni con los indios ni con los peninsulares”, comentó en entrevista el Sociólogo Fabián Acosta Rico.
Añadió que los tapatíos eran una Sociedad muy rígida en cuanto a la observación de las Leyes; que estaba muy marcada por las tradiciones, por los usos y costumbres, tanto traídos por España como de los indígenas.
Lo que se conserva
Seguimos siendo una Sociedad estamentaria; “Si lo notamos, podemos ver que los indígenas, principalmente en Guadalajara, tienden a segregarse por tendencia histórica. Vemos a los de origen huichol o totonaca, que tienden a mantener distancia social-antropológica con respecto a los mestizos y a los más acriollados. La ciudad, a pesar de que tiene cierto cosmopolitivismo, aún sigue siendo marcadamente católica y regional. Sentimos un gran orgullo por nuestro Estado; es decir, que hay un sentido de identidad bastante marcado, que tal vez pase en otros lados, pero en nosotros se manifiesta como cierto ‘chovinismo’ regional.
“Somos una Sociedad en donde lo indígena se presta para cierto folclor turístico y cultural; pero más bien está influida o tiene más inercia hacia el hispanismo (lengua y religión), aunque todavía en nuestra Sociedad se pondera mucho la blanquitud, la epidermis blanca, sobre todo en regiones como en Los Altos de Jalisco, por lo que también tendemos a ciertas actitudes un tanto racistas”.
Explicó que, hasta cierto punto, el elitismo ha quedado rezagado, porque ya no es como antes, hace 30 ó 40 años, cuando estaban muy bien identificados algunos apellidos y se hacía referencia a las familias de abolengo. Que la Sociedad se ha transformado, no sólo se volvió la Capital del Estado, sino que ahora es una megalópolis con 5 millones de habitantes (en la Zona Metropolitana) muchos de los cuales provienen del resto de Jalisco y de otras Entidades Federativas. Ya es difícil que alguien diga: ‘Soy de la gente bien’, porque ya hay muchos nuevos ricos. Aunque, según el experto, sigue habiendo gente que se jacte de su apellido.
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