A cinco años de haber llegado a la Diócesis, el Cardenal José Francisco Robles Ortega destacó la importancia de Sacerdotes y laicos para cumplir con una misión pastoral acorde al Magisterio del Papa Francisco.
Conjuntar una Iglesia más pujante y misionera, atenta a las periferias existenciales con la ayuda de Sacerdotes y laicos, es el reto del Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega, quien el 7 de febrero cumplió cinco años al frente de esta Iglesia.
En entrevista para Semanario, el purpurado recordó que a su llegada, procedente de Monterrey, encontró una Iglesia muy rica en vida cristiana, religiosa, amante de la familia y de las vocaciones, con la herencia de los Mártires y, sobre todo, con religiosidad mariana.
“Es una Iglesia muy rica, de un gran volumen por el número de Sacerdotes, de seminaristas, de Parroquias; así la encontré, con esa vitalidad que se espera de una Iglesia con esas características (…) Desde que llegué, entré en un proceso de conocer más a fondo esta Iglesia; de confirmar y ratificar lo que ya dije; pero también, de descubrir otros aspectos que puedan crecer, tomar otros dinamismos donde puedan integrarse más personas al proceso de Evangelización”.
Parte fundamental de esta Diócesis, dijo, son los laicos, quienes todos los días trabajan en su formación en la fe y su compromiso cristiano para participar en la vida pastoral a nivel Parroquia, Decanato y Diócesis. De igual manera, destacó el papel del Presbiterio y la Vida Consagrada, que se caracterizan por su espíritu cristiano de servicio a los demás.
“El reto, para mí, es cómo conjuntar, cómo hacer que toda esa fuerza, esa vitalidad, camine hacia una dirección que está marcada por el Magisterio de la Iglesia, en este momento, por el Magisterio del Papa Francisco, con la Nueva Evangelización, con la Misión Permanente, con la renovación de la vida cristiana, de las estructuras más acordes al espíritu del Evangelio, porque si no se logra eso, es obvio que, quizá con la mejor de las intenciones y con buen espíritu, cada uno va a buscar hacer lo que le parece, y entonces se pierden muchas posibilidades de hacer una Iglesia más pujante, más misionera, más atenta a tantos sectores que, como dice el Papa, viven en la periferia, sobre todo en la periferia existencial”.
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