Una mirada espiritual puede sanar familias

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Querida Lupita:

Mis hermanos y yo nos sentimos preocupados por nuestros papás. Éramos una familia feliz; cuando estábamos chicos, acudíamos a Misa los domingos, pero eso se acabó. En un tiempo, mi padre tomaba y el ambiente en casa era deprimente; luego dejó el alcohol y todo mejoró; sin embargo, ahora, por cuestiones de dinero, mi mamá es muy majadera con él y siempre están gritándose y faltándose al respeto entre ellos y hacia nosotros. Mis hermanos lloran mucho, y yo también, aunque a escondidas, porque todos tenemos miedo de sus reacciones. Nuestro hogar es un infierno. A veces queremos morirnos, huír lejos… pero sabemos que ellos son buenos y no encontramos la manera de ayudarlos.
Karla M.

Hermanita mía, Karla:
C.S. Lewis, un extraordinario autor cristiano, publicaba una columna en el rotativo inglés The Manchester Guardian. Eran cartas que el autor presentaba como mensajes del diablo a un sobrino suyo que debía influir en las almas humanas (sus “pacientes”). La colección de estas cartas dio lugar al libro titulado: Cartas del diablo a su sobrino. En él se nos habla de las formas en que somos tentados constantemente para evitar que hagamos la voluntad de Dios en nuestras vidas.
Una mirada espiritual de los problemas entre personas nos ayudará a tener una perspectiva mejor para actuar con amor ahí donde no hay amor.
La Palabra de Dios nos advierte que cuando somos liberados de un demonio, vendrán otros siete a habitar nuestras almas si no estamos alertas (Mt. 12, 43-46). Parece que tu papá fue liberado de un espíritu de alcoholismo, pero  han regresado otros siete a convertir tu hogar en ese infierno que describes.
Vivamos conscientes de que, cuando entra el Mal en nuestras relaciones, es como estar habitados por un demonio que busca división, guerra, descontrol, desorden.
En una familia somos todos hijos de Dios, hermanos;  cuando uno hace algo indebido nos conviene pensar que él no es nuestro enemigo, sino el demonio que le aconseja mal. Pensemos, entonces, en combatir a ese demonio y  no a nuestro ser querido.
Por ejemplo: si mi madre es ofensiva con mi papá, conviene hacer una pausa y pensar que un espíritu de desesperación está en ella y necesita mi oración para que la paciencia alcance su corazón. Si mi padre me grita o me empuja de forma violenta al pedirme algo, respirar hondo y orar con fe, suplicando a María que interceda por él para que ese espíritu de guerra le abandone.
Viendo las cosas así, dejamos de tener miedo a los nuestros, para empezar a temer al verdadero origen del Mal: caer en tentación, pecar.
Cuando nos hacemos daño en casa es precisamente cuando dejamos de hacer lo que Dios nos pide: paciencia, humildad, generosidad, caridad, dominio propio. Elegir el Bien requiere esfuerzo y voluntad.
Orar para no caer en tentación, es el consejo del Señor (Mt. 26, 38).  No podremos sostenernos frente a la tentación sin alimento espiritual. Por ello, es vital volver a Misa al menos los domingos; rezar con frecuencia el Rosario, preferentemente en familia; hacer oración constante, y de manera particular en los momentos en que nos damos cuenta que el enemigo de nuestras almas quiere hacer su reinado en nuestros hogares.
La oración también te aportará seguridad y serás capaz de hablar con tus papás y revelarles el dolor que tienen tus hermanos y tú. Cuando un hijo habla sin ofender, y desde el corazón, se hace escuchar pos sus padres. ¡Inténtalo!

 

Lupita Venegas Leiva/Psicóloga
Facebook: lupitavenegasoficial

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