La defensa de los migrantes es, en estos momentos, una pieza central en la redefinición de las relaciones México-Estados Unidos. La Iglesia Mexicana asume su defensa de una manera organizada, siendo consciente de que la deportación de trabajadores mexicanos viola derechos humanos consagrados tanto en la Constitución de Estados Unidos como en el derecho internacional.
El Estudio sobre las casas de migrantes católicas en México, así como el acompañamiento de los católicos a los migrantes mexicanos y extranjeros que cruzan el territorio nacional, y a los deportados desde el país del norte, generó la reciente publicación del documento de los Obispos Mexicanos, El grito de los Migrantes, es nuestro grito.
Para un migrante, cruzar una frontera implica adentrarse en una cultura extraña; enfrentarse con rostros extraños que hablan una lengua distinta, cuya identidad, costumbres y creencias no se comparten; el que emigra no sólo cambia de lugar de residencia y trabajo, enfrenta una realidad diferente, donde no hay puntos de referencia; todo es distinto: la gente, los edificios, las calles; la comida… todo. Tienen el sueño de ganar un mejor salario y la posibilidad de generar, en un plazo no muy largo, un capital personal o familiar.
Así, uno de los más de 70 centros de atención humanitaria de la Iglesia para los migrantes, la Casa del Migrante cerca de las vías en la colonia Lomas del Cuatro, en la zona de Miravalle, recibió este fin de semana a una caravana de más de 200 migrantes, coordinada por el antropólogo social Cristóbal Sánchez, que emprendieron la ruta hacia los Estados Unidos, desde Tapachula, Chiapas.
Fueron atendidos con generosidad por los habitantes de la colonia, y cooperaron con comida, ropa y enseres para hacer más amable su estancia. Esta caravana se compone de 123 hombres, 53 mujeres y 6 transexuales, que con esperanza y valentía emprenden el paso por nuestra ciudad, que a consideran más segura, y menos agresiva con los migrantes. Su origen es en su mayor parte de centroamericanos.
El párroco y arquitecto Alberto Ruiz Pérez, de Nuestra señora del Refugio, es fundador de la casa del migrante, desde hace 14 años, ha desarrollado una pastoral integral de atención al migrante. Actualmente, está construyendo una casa contigua, para la atención de refugiados, los cuales reciben una atención diferente, pues su estatus es distinto al de los migrantes económicos.
Para la comunidad, hay un Cristo en cada migrante, y los poyos que se dan para ellos, vienen de Parroquias como Santa Clara de Asís, Santa Rosa de Lima, San Jorge Mártir, y otras pocas más que además de rezar por el Papa Francisco, dan respuesta a su pregunta de “¿Qué están haciendo por los migrantes que pasan por México?.
Llama la atención que en la colonia, no se observa grafitti en las paredes de las casas, ni drogadictos. Los vecinos señalan, que se debe a la labor pastoral que el padre Alberto ha desarrollado desde hace 14 años con los jóvenes drogadictos.
El padre comenta que le dan un gran aliento las palabras del Papa Francisco, que nos pide “reconocer en cada uno de nuestros hermanos migrantes a nuestro señor Jesucristo”.
En la comunidad parroquial se da una nueva conciencia de apoyo y respeto a los migrantes. Se da un accionar limitado en recursos materiales; pero abundante en imaginación.
La Casa del Migrante, según señala uno de los laicos que apoyan al Padre Alberto, Arturo Navarro Jáuregui, abrió sus puertas para dar acogida y procurar protección humanitaria, moral, jurídica y espiritual. En ella el migrante que llega a Lomas del Cuatro, encuentra un refugio porque recibe un trato digno y humano. Es en verdad un amparo para menores de edad, para mujeres y hombres que desean un mejor destino.
Esta casa cuenta con un comedor, y entrega ayuda alimentaria a los migrantes. El impacto es muy positivo, pues puede atender a más de 200 migrantes al día. Está organizado también, para dar dan atención médica inmediata y oportuna a los migrantes con alguna lesión o enfermedad, así como la ayuda con medicamentos, a través del dispensario médico.
La casa está muy bien distribuida la atención de los migrantes adultos y se posibilita la estancia de mujeres y familias. Les brinda hospedaje desde 24 horas y hasta una semana, según sea el caso.
Ahí, enmarcado en una pastoral de movilidad humana, concebida como tierra de misión, los migrantes reciben asesoría y apoyo para defender sus derechos. Ya no se bajan del Tren, todos unidos declaran en voz alta sus derechos, y como grupo, se defienden de los policías y soldados que los amenazan. Cantan consignas que refieren que ser migrantes no es ser delincuentes.
Estos migrantes que cruzan con grandes penalidades y peligros nuestro país, son ya acompañados por personal de asociaciones internacionales y de iglesia.
Según el Estudio de las Casas Migrantes Católicas de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), éstas están dividas en 3 regiones: la frontera norte, sur y el centro.
Las casas de migrantes católicas de la frontera norte, surgieron por una preocupación de apoyar en sus grandes necesidades a tantas personas que se encontraban desamparadas. Inicialmente las iglesias utilizaron sus salones parroquiales, o las casas de retiro de religiosas que se encontraban en la periferia de las ciudades fronterizas.
Pero al incrementarse el número de personas la necesidad de conseguir espacios propios para la atención de los migrantes. Muchos presbíteros, religiosas y misioneros, en esa zona, sintieron el llamado a sumarse a la vocación de brindar atención a los hermanos migrantes. En esta zona norte se ubican 38 casas. Particularmente destaca la labor de los Misioneros Escalabrinianos quienes desde 1985 abrieron sus puertas en Tijuana para dar acogida y hospitalidad a todo tipo de migrante, deportado o refugiado.
En la zona centro del país, la Iglesia abrió 12 casas de migrantes como una respuesta para acompañar a esta población vulnerable. Esta zona centro tiene una gran experiencia para atender múltiples realidades pastorales.
En la frontera sur las acciones de la Iglesia para la construcción de casas migrantes, tardaron en aparecer por la marcada situación de pobreza y discriminación que históricamente se vive en la zona sur del país. La atención que se daba a los indígenas, de algún modo limitó acciones más organizadas para ofrecer ayuda humanitaria a migrantes. Sin embargo, esta atención a los migrantes de la frontera sur, está fundamentada en el trabajo histórico de la Iglesia con los indígenas en el sur. Existen 25 casas en la zona sur y algunas con más de 17 años de apostolado.
Señalan firmemente los señores Obispos que se requiere también de actores políticos que vayan más allá de sus intereses individuales, de grupo o de partido, y “tengan un corazón grande, visión amplia y bolsillo pequeño” frase que ha causado gran escándalo entre la clase política. Hacen un llamado urgente para combatir la corrupción y la impunidad en cualquier ambiente, ya que destruyen la confianza, limitan el compromiso y frenan el desarrollo.
Por último reiteran el compromiso de ayudar a todas las personas, especialmente de los migrantes y de quienes son víctimas de la injusticia, la pobreza y la violencia, e invitan a todos “a escuchar su grito para que juntos construyamos el México que todos queremos ¡Sumemos esfuerzos!”
Centro de Pastoral Migratoria
Se trabaja en una
cultura del encuentro
El Papa Francisco está marcando una línea interesante para saber cómo aproximarnos al tema de la migración. Habla de 4 verbos claves para poder atender las necesidades de los desplazados: acoger, proteger, promover e integrar.
México, en cuanto a la migración, es país de origen (porque de aquí hay personas que salen) y de paso (gente de Centroamérica y del sur de México que atraviesan el país para llegar a otro país), pero también es un lugar de retorno, que ahorita es otra realidad. Guadalajara se ha vuelto una alternativa para muchos deportados, ya sean del interior del Estado de Jalisco o de otras entidades, que tienen la ilusión de comenzar una vida nueva, porque es considerada una de las grandes metrópolis en la República Mexicana, en cuestión laboral y económica. Otros también se quedan aquí por la cuestión social, para que en sus lugares de origen no los vean o señalen como fracasados.
La Iglesia de México no puede ser ciega ante esta realidad y cada Diócesis tiene que hacer lo que le corresponde. Guadalajara cuenta con su Pastoral de Migrantes y tiene la Casa del Migrante El Refugio, atendida por el Pbro. Alberto Ruiz Pérez, que ayuda además a la sensibilización de la gente.
Una realidad que
nos rebasa
También en la Arquidiócesis se cuenta con la presencia y el trabajo en conjunto de los Misioneros de San Carlos Scalabrinianos, quienes además de seguir atendiendo a los migrantes están haciendo una intensa labor con los deportados. “Se trabaja en la inclusión, en ayudarlos a reinsertarse en la Sociedad, también se les apoya con cuestiones legales para poder obtener su CURP, su INE, Actas de Nacimiento, regresarles su identidad para sentirse parte del su país de origen. Además tener opciones de empresas en las que ellos puedan trabajar, valerse por sí mismos y tener una familia”, aseguró el Lic. Diego Emilio Téllez Ojeda, responsable del Centro de Pastoral Migratoria ‘Casa Scalabrini’.
“Los deportados llegan a la frontera y otros a Ciudad de México -explicó el Pbro. José Juan Cervantes González, Misionero de San Carlos de la Congregación de los Scalabrinianos-. Una de las políticas actuales que está teniendo el Gobierno Federal es buscar que la gente regrese a sus Estados, se realiza la labor mediante el ‘Somos mexicanos’, que funciona como una estrategia de gobierno donde se juntan varios programas, de distintas instituciones, para saber cómo reintegrar a los que regresan y que tengan una vida digna”.
Algo más que estadísticas
“No es un tema de cuestión numérica, sino de una circunstancia especial de vida, los que regresan son personas que por algún motivo no se pudieron o no quisieron quedarse en la frontera, por eso están buscando algo en una ciudad como Guadalajara”, advirtió el Misionero.
“El número de deportaciones del último período de Obama en comparación con lo que lleva el Presidente Trump, ha disminuido, pero ahora lo que resulta dramático es todo el acoso que hay y las cuestiones simbólicas de humillación, denostación, con la intención de denigrar a la persona, es algo que no se puede poner en estadística pero es algo que afecta severamente a la persona.
“Muchas veces regresan pensando que todo sigue igual y se enfrenta a una cruel realidad, la familia no los quiere apoyar o lo hacen por tiempo determinado, y en la mayoría de los casos necesitan ese apoyo porque llegan sin dinero, sin papeles, son mexicanos sin documentos, y para poder obtener un empleo los necesitan”.
Recordó lo que el Papa Francisco, pide: acoger, proteger, promover e integrar. “Es parte del desafío que tenemos de ser respetuosos con los migrantes (los que van de paso y los que regresan) poderlos acoger y ofrecerles opciones dignas de vida; el promoverlos se refiere a verlos como gente digna que puede hacer su vida sin depender de nadie, pero para que pueda lograrlo necesita un cierto acompañamiento y tener a su disposición ciertos recursos que le permitan desarrollar sus capacidades y potencialidades. Proteger a los que tengan una situación más vulnerable. La integración es una responsabilidad de todos, de cómo no ver al migrante como alguien ajeno a mí.
“Qué triste que las personas nos veamos inmersas en la coyuntura política y no en el tema de nuestra dignidad, el respeto a las personas, porque prevalece la cultura del descarte”.
Casa Scalabrini
El Centro de Pastoral Migratoria fue creado por los Misioneros de San Carlos, se encarga de la atención y la sensibilización, para incidir en la sociedad respecto al fenómeno migratorio, organizando talleres, charlas, foros y diversas actividades que pueden incidir en tres ámbitos: el gobierno, la sociedad y la Iglesia, en la Zona Metropolitana de Guadalajara.
Se realizan algunas actividades pastorales, se ayudó a organizar en algunas Parroquias el Viacrucis del Migrante, la Posada sin Fronteras, el Día del Migrante, actividades pastorales.
En su mayoría las Actividades van dirigidas a la vida pastoral de la Iglesia (Parroquias, Grupos, Agentes de Pastoral) Instituciones educativas, dependencias de Gobierno.
En los lugares donde tienen presencia en México, realizan su apostolado en conjunto con la Iglesia Diocesana. En Guadalajara el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo, presidió la Misa de inauguración de la Casa de Pastoral Migratoria en junio de 2016. Aquí, además tienen acercamiento con el Instituto Nacional de Migración y el Hospital Civil de Guadalajara.Centro de Pastoral Migratoria.
Telefono de oficina: 3811-3342.
E-mail cpmcs@yahoo.com.
Facebook e Instagram:
casascalabriniguadalajara
Hospitalidad y solidaridad con el migrante
Albergue y alojamiento
para personas sin hogar
“Casa de Misericordia”, es la Obra de Misericordia concreta y duradera de la Diócesis de Guadalajara, como recuerdo viviente del Año Santo, convocado por el Papa Francisco (8 de diciembre 2015 – 20 noviembre de 2016). El lunes 6 de marzo de 2017, el albergue abrió sus puertas para los migrantes y personas en situación de calle que transitan por la ciudad.
Compartir el alimento espiritual y físico; escuchar la historia de cada persona y orar con ellos son las experiencias que se viven todos los días en “Casa de Misericordia”. “Me encanta poder compartir con ellos y decirles que hay un lugar para ellos. Dios tiene un proyecto, te quiere y sale por ti, eso es ‘Casa de Misericordia’. Dios no solo espera a que toques su puerta sino que Dios sale y te acompaña”, señaló el Seminarista Carlos Cárdenas, de 3° de Teología, voluntario del albergue.
Actualmente, “Casa de Misericordia” ofrece un lugar para dormir, cenar y asearse a quince personas. A partir del mes de junio, estará terminado otro espacio que tendrá capacidad para 75 migrantes o indigentes. “Los usuarios entran a las 8 de la noche. A las 8.30 tenemos un momento de oración, aunque es una casa que no pone condición de Credo para hacer uso de ella, si somos fieles a nuestra doctrina y no olvidamos que somos una Casa de la Iglesia Católica. A las 8.45 se sirve la cena; entre las 9.45 y 10 de la noche terminamos la convivencia y a las 10.30 p.m. todos a dormir”, comentó Eduardo Soto, Coordinador de la Obra Social de la Iglesia.
El inmueble está ubicado en el Barrio de Analco, calle Constitución número 532, entre las calles Matamoros y Clavel, es la primera “Casa de Misericordia” de la Diócesis. Los presbíteros asesores del proyecto, encomendados por el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara son: el Canónigo Valentín Ruíz Durán, Rector de la Catedral Metropolitana; el Padre José Marcos Castellón Pérez; el señor Cura Engelberto Polino Sánchez; el Presbítero Francisco Javier Huerta Orozco y la Hermana Teodora Gómez, Consagrada de las Hermanas Capuchinas del Trabajo y de los Pobres, Coordinadora del Albergue “Ángeles y Serafines”.
Pasar una noche tranquila
“Esta casa no es para delincuentes, es para personas que quieren salir adelante. El servicio más importante (que ofrece ‘Casa de Misericordia’) es escuchar. Nos comentan (que al dormir en la calle) tienen que estar muy alerta y no duermen. Aquí incluso dicen que no les importan los ronquidos de los demás, que a eso se están acostumbrando; pero cuando están en la calle, es muy difícil. Aquí, ellos saben que van a pasar una noche tranquila”, dijo Misael Olea, integrante del equipo que coordina el albergue.
Todo lo que se ofrece a los migrantes e indigentes (comida, ropa, productos de aseo, medicamento, etcétera), son donaciones. “Se han ido sumando varias personas, voluntarios, grupos parroquiales, universidades (TEC Milenio, UTEC, UNIVA, el Colegio de Manuel Escalante, los Misioneros de Guadalupe, la Religiosas y alumnos del Colegio Martínez Negrete, etcétera).
“Tenemos vínculos con instituciones de la Iglesia. El BRED (Banco de Ropa, calzado y Enseres Domésticos) por ejemplo hay cosas que traen a donar, que no son útiles aquí y se las pasamos al BRED y ellos nos dan algo que necesitemos. Cáritas nos atiende en casos emergentes como son medicinas, tratamientos médicos, pasajes de camión, despensas, etcétera”. Mientras con el Banco Diocesano de Alimentos, “tenemos gente que va, coopera con ellos, y lo mismo que les dan, lo traen a la casa y muchas veces sirve de alimento”, señaló Eduardo Soto.
Además, en el Albergue se cuenta con una base de datos anónima (foto, nombre, sexo, cuándo llegaron, cuándo y en qué condiciones se fueron) de los migrantes. “Hemos recibido personas de todo Jalisco, gente de Puebla, de Guatemala, Honduras; hace poco llegaron unas personas que fueron deportados de Estados Unidos”.
Rondines y servicios
Todos los jueves a partir de la 19 horas, diferentes grupos de voluntarios que apoyan en “Casa de Misericordia”, visitan las vías de ferrocarril, donde se aglutinan mayor número de migrantes y se les lleva y regala el “kit del migrante” (comida, agua, rollo de papel, jabón de barra, pasta de dientes).
Entre otros servicios, los jueves a partir de las 17 horas una psicóloga atiende no solo a los usuarios, también a personas de la comunidad que se acercan al albergue. También hay atención médica (bajo cita) y se cuenta con los servicios de una nutrióloga. Además, el baño está disponible. “Hay personas con problemas de drogadicción y ellos nada más vienen a bañarse. Incluso si hay comida y tocan para pedir, se les atiende”.
“Si alguien quiere integrarse como voluntario, puede contactarnos a través de Facebook (Casa de Misericordia Gdl). Y recordar que la Catedral de Guadalajara es la Casa de Misericordia por excelencia, pero sobre todo el corazón de cada católico, de cada cristiano es una Casa de Misericordia”, concluyó el Coordinador de la Obra Social.
Información
Casa de Misericordia. Abierto todos los días
a partir de las 17 horas.
Dirección: Calle Constitución #532, colonia Analco.
Informes por inbox o a los teléfonos:
3613 3002 o 3314 0748 40
Mail: casademisericordiagdl@gmail.com
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