Coyuntura
Román Ramírez Carrillo
La doctrina social de la iglesia, orienta que la comunidad política está al servicio de la sociedad civil y no al revés. Existen tendencias por parte del estado, de absorber a la sociedad civil y anularla. El populismo es uno de los caminos para incidir en la sociedad tanto con las ideologías políticas de carácter individualista, como las totalitarias que tienden a absorber a la sociedad civil en la esfera del Estado.
En periodos electorales todos los candidatos son populistas. Para muchos, el populismo es peligroso, pues personajes como Hitler o Mussolini lo aplicaron para llegar al poder.
En México, el populismo lo practican los partidos políticos como una manera de ganar votos. El candidato Del Mazo, con el salario rosa para amas de casa, que aún no explica de dónde va a sacar los recursos para crearlo, o los programas como 65 y Más, de la Sedis (Secretaría de Desarrollo e Integración Social) que se aplica a personas de hasta 110 años. Pero si tienes 116 años, como la señora María Félix Nava, te quitan los 2 mil 500 pesos de apoyo bimestral, pues infringe la norma.
El mundo fantástico del populista, ya sea del espacio social de la derecha, de centro o de izquierda, no es sostenible, porque el financiamiento termina por agotarse y el modelo se derrumba.
Las actuales campañas electorales en Edomex, en Nayarit y en Tamaulipas son muy ilustrativas y nos ayudan a clarificar si los políticos hablan con verdad de lo que realmente pueden prometer, aunque sea en dosis pequeñas.
Falsas promesas y ocurrencias están presentes en sus pronunciamientos. Predomina la visión donde papá Estado te puede solucionar todo, siempre y cuando votes por mí. No dejan de prometer lo imposible de cumplir.
Pero la verdad es que no hay recursos públicos para cumplir todo lo que se ha estado prometiendo. Para lograrlo se tendría que hacer un recorte de la burocracia de los gobiernos estatales para, con los ahorros, mejorar la seguridad pública y así cumplir con esa demanda ciudadana.
Aun los populistas de izquierda y derecha, y hasta de centro, saben que la gratuidad de la educación está en riesgo. En los años por venir, ante la escasez de recursos y el aumento de la matrícula educativa se deberán crear sistemas de crédito educativo con tasas de interés vinculadas al promedio obtenido por el estudiante, como se hace muchos países.
Los populistas de los cuatro partidos más importantes de México saben que muchos programas asistenciales otorgados de manera indiscriminada deberán ser revisados cuidadosamente por entidades externas ciudadanas, para entregarlos a quien verdaderamente los necesite, no como ahora sucede que se hace con visión partidista.
El ogro filantrópico que menciona Octavio Paz, al referirse al Estado mexicano conducido por los políticos, se ha agotado. Ya no hace filantropía, ya no da vivienda, salud y educación gratis, y además ya no puede garantizar el empleo. La corrupción y la impunidad lo han derrotado.
En muchos casos se da un círculo no virtuoso entre los votantes y su candidato. A muchos ciudadanos no les gusta el discurso de las verdades sobre el acontecer político económico y social. La mala fama se la ganaron los políticos a pulso por la corrupción.
Los ciudadanos no estamos preparados para que los políticos nos hablen con la verdad, así sea impopular o dolorosa. La frase del aumento a la gasolina, “dolorosa pero necesaria”, no es creíble, por las falsas promesas previas de que la revolución energética nos llevaría al primer mundo.
Se puede decir con ironía que los populistas de todos los partidos aman tanto a los pobres, que los multiplican.
La escasez de recursos es ya verdadera y la decencia política debería hacer que el populismo en tiempo electoral desapareciera. Pero la dosis de verdad no da votos.
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