José Manuel Jiménez González
1˚ B Teología
Al interior de la Iglesia se vive una serie de experiencias que permite a los jóvenes, adultos, niños, etc. vivir una cercanía con Cristo; es el caso de los llamados “retiros” o “encuentros”, que de suyo son bastante buenos y necesarios, más en los tiempos fuertes o en circunstancias particulares de vida o de la comunidad a la que pertenecen, sin embargo muchos de estos movimientos rompen con su proceso, y el trabajo arduo de muchos de los servidores queda sin dar fruto, como dice el Evangelio: “cayendo el grano entre espinos”.
En la Arquidiócesis de Guadalajara hace siete años, aproximadamente, importamos de nuestra hermana y vecina Diócesis de Tepic, una propuesta para inyectar de vitalidad a la pastoral juvenil y vocacional. Denominado “Proceso Juvenil Vocacional” es un momento en el que los jóvenes mayores de 17 años, en medio de su ajetreada vida, se dan un tiempo para para conocerse, para amarse y sobre todo para conocer a Dios e intentar escucharlo.
Tiene la finalidad de brindar a los jóvenes un espacio en el que a través de la reflexión e introspección, se conozcan y comiencen a descubrir a Dios en medio de su vida cotidiana; por medio de dinámicas y temáticas bien estructuradas los jóvenes van creciendo en fraternidad, no solo con sus compañeros de proceso sino, sobre todo, con los medios en los que se desarrollan: la escuela, la familia, los amigos, grupo parroquial, etc.
Este proceso consta de cinco etapas, distribuidas a lo largo de seis meses; las dos primeras (1A y 1B) tienen lugar generalmente en el bimestre de enero y febrero, en marzo sucede la segunda, en la Semana Santa se vive la tercera y en los meses de mayo y junio las últimas dos. Todas, excepto la Semana Mayor, duran tres días.
Una vez concluido el Proceso Juvenil Vocacional, inicia el proceso personal que durará toda su vida, porque el hombre siempre está en busca de Dios, sea de ello consciente o no, y aun decidiendo responder en una vocación particular, la búsqueda de Dios no para, sino que se agudiza y al escuchar cada vez mas clara su voz, vamos teniendo más certeza de transitar por el camino adecuado en donde seremos plenamente felices, ya sea por el matrimonio, el sacerdocio, la vida consagrada o la soltería.
Uno de los frutos que emergen de los jóvenes en este proceso es la fraternidad, ya que esta nos es exclusiva de una comunidad religiosa o de un seminario, sino que es un llamado que Cristo nos hace a cada uno como bautizados que somos. De ahí que la vivencia de la fraternidad es tal que la confianza de los miembros rebaza la barrera de la sangre y de la carne, porque el Proceso Juvenil Vocacional más que amigos hace hermanos, cuando reconocemos que tenemos Padre en común.
Es pues una excelente oportunidad que tienen los jóvenes de conocerse, de amarse, de comprenderse, de perdonarse, de encontrarle un sentido a su vida y a su existencia; de tomar una decisión en su vida que les dará como consecuencia una vida feliz y plena, porque Jesús vino a traernos vida y vida en abundancia, es pues una oportunidad de responder a Dios desde tu particular forma de vida.
¡ANIMATE! ¡NO TE QUEDES FUERA Y VIVE TU PROCESO JUVENIL VOCACIONAL!
Informes sobre el Proceso
Juvenil Vocacional
Centro de Promoción
Vocacional Jarauta 510
Correo:
mago_tono@hotmail.com
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