Caos y belleza: teología y ángeles


Es cierto, como comentó Anxe, que la iglesia de ayer, la Catedral de san Esteban en Viena, recuerda un poco a Los Pitufos.

En otro orden de cosas, han encontrado colillas en los andamios de Notre Dame: habían incumplido la prohibición de fumar. Antes de que se hiciera la investigación, yo ya tenía “mis pequeñas sospechas”.

Debajo de esta línea de puntos está la parte densa del post. Para los que no os internéis en ella, tenéis este vídeo:
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Leí los comentarios que hicisteis a la cuestión teológica. Cada vez me convenzo más de que una cantidad infinita de criaturas plantea una imposibilidad de orden, el universo como unidad desaparece. Es algo intuitivo, no lo puedo razonar, pero tengo esa sensación.
Creo que la revelación de un Juicio Final es un modo de enseñar que el tiempo de los viadores y su número es limitado, aunque no se revele la imposibilidad de un universo infinito de un modo expreso.
Pero algo que no me había planteado nunca es que en un número infinito de demonios nunca habría una cabeza de esa masa, siempre encontraríamos un ángel más poderoso. De hecho, ya no hablaríamos de una sociedad de demonios ni de ángeles, sino de una cantidad infinita de sociedades que forman una masa sin límite. Es por eso que el concepto de unidad desaparece y desaparece la posibilidad de un orden bello.
Esto que digo es lo esencial, porque se me ocurren ramificaciones de este concepto de infinito. Pero esas ramificaciones no aportan mucho, solo cantidad. Podría haber una cabeza que fuera Satán con número de demonios infinito que todos estuvieran por debajo de él en inteligencia y poder. ¿Pero sería una sociedad eso? No, la cabeza no podría ejercer su influencia más allá de unos determinados círculos concéntricos.
Hay otra posibilidad, la planteé hace años, la posibilidad de una escala en la que cada ángel es el doble de inteligente que el precedente. Incluso sin ser infinita esa escala, ella nos lleva al vértigo de la incomprensibilidad: la incapacidad de comprender a los ángeles más allá de cierta distancia.
Quizá, frente a estos vértigos, un cosmos finito, una Humanidad limitada y un determinado número de ángeles conforman una armonía mejor. No sé, hablo en voz alta.

Lo que me ha quedado claro (otra vez) es que vosotros os tomáis interés en pensar (y algunos en buscar textos) acerca de estas cuestiones.

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