Ayer leí la autobiografía de Pedro Abelardo, maestro de teología en el siglo XII. Resulta llamativo leer una autobiografía de esas épocas. Sea dicho de paso, nunca he visto un autobombo tan impresionante como en esa biografía; tal vez, algo parecido, en este blog.
Lees la autobiografía de Pedro Abelardo y, de forma natural, te cae mal el personaje. Creo que hay alguna página en que no se elogia. No había visto algo parecido desde que leí la autobiografía de [san] Atanasio. Lo de los corchetes es broma. Estoy seguro de que está en el cielo y de que trabajó mucho por la fe. Me caen bien los santos algo pecadores.
Pero si hay una vida poco tranquila es la de Pedro Lombardo. Madre mía, este hombre fue de tormenta en tormenta. Enfrentamientos con san Bernardo, excomunión del papa Inocencio II, problemas “familiares”, obispos, monjes… su biografía lo tiene todo para hacer una magnífica novela, para empezar un personaje complejo, un simple profesor de filosofía y teología, en medio de todas las tormentas que él mismo provocó por su mala cabeza.


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