La Plaza de San Pedro volvió a acoger este domingo a miles de fieles romanos y peregrinos de Italia y todo el mundo para el rezo del Ángelus con el Santo Padre.
Puntualmente al mediodía Francisco se asomó a la ventana del apartamento pontificio. El Obispo de Roma centró su breve alocución en la solemnidad de la Santísima Trinidad, “comunión profunda y de amor perfecto”, origen y meta de toda criatura. El Papa nos recordó que estamos llamados a testimoniar y a anunciar el mensaje que “Dios es amor”. El dinamismo de la Trinidad es un dinamismo de amor, de comunión, de servicio recíproco, de compartir, notó el Santo Padre, resaltando que “una persona que ama a los demás por la alegría misma de amar es reflejo de la Trinidad. Una familia en la que se ama y se ayudan unos a otros es un reflejo de la Trinidad. Una parroquia en la que se quiere y se comparte los bienes espirituales y materiales es un reflejo de la Trinidad”. (RC-RV)
Publicar un comentario