La gracia crea la comunión



“Cuando estés con una persona, has de ver un alma: un alma a la que hay que ayudar, a la que hay que comprender, con la que hay que convivir y a la que hay que salvar".

San Josemaría Escriva, Forja, 573



Vaya! Uno, como cristiano, lee esto y la primera reacción es la de sentir el peso de mucha responsabilidad, no es cierto? Cierto, porque los cristianos de un tiempo para acá, pensamos que la salvación, propia y ajena, depende de nuestra voluntad.


Ajá! Eso pensamos pero nos engañamos.


Lo cierto aquí es que la gracia mueve nuestra voluntad a sentir responsabilidad pero el ego nos hace perder de vista que la última responsabilidad es de Dios.


Pero, entonces, qué hacemos con esa responsabilidad que nos abruma? Lo siguiente: sabiendo que hemos sido movidos a ella por la gracia, le damos gracias al Señor por el don recibido pero, de inmediato, nos ponemos a su disposición cumpliendo con la responsabilidad de nuestro estado entre las que está el ser realistas.


Seamos realistas, yo -por ejemplo- como mujer soltera y sin hijos, hermana y tía, tengo como responsabilidad, ante todo, agradar a Dios desde lo que me aconseje la gracia que ilumina mi conciencia la que me indica que existen límites en la responsabilidad de ser tía y hermana por lo que, para agradar a Dios, debo conocerlos y respetarlos.


Situándome ante la realidad, es decir, teniendo claro lo que implica mi estado de vida y sabiendo que al esfuerzo por cumplir con ello me mueve la gracia, podré tener una convivencia sana con toda alma con la que me encuentre.


A qué viene esta aclaración aparentemente innecesaria? Viene a que, por lo regular, equivocamos la responsabilidad de nuestro estado, por ejemplo, siendo casados nos comportamos como solteros, siendo solteros como si fuéramos casados, siendo padres o madres nos comportamos como amigos o siendo hermanos y tíos como si fuéramos padres o madres.


A qué viene tanta confusión de nuestra parte? Viene a que la humanidad está tan influenciada por el individualismo que nos hacer ver como cosa natural el que tenemos responsabilidades que no nos corresponden.


Nos damos cuenta de cuán equivocados estamos? No, por lo regular, no nos damos cuenta hasta que nuestras relaciones son un verdadero desastre.


De mi parte nada más decir que ha sido valioso, para una sana convivencia, conocer con certeza la responsabilidad propia de mi estado pero, sobre todo, conocer que sin la gracia que mueve mi voluntad a todo lo bueno, bello y verdadero, mi esfuerzo será en vano.


Parece mentira pero es la gracia la que, verdaderamente, crea la comunión ya que en la medida en que cada uno comprende que es movido por la gracia para cumplir con lo propio de su estado, concluye que el intervenir en la vida de los demás tal como si fuera Dios, es innecesario.


Ojo! Aquí hablo de “intervenir", no me refiero a la “corrección fraterna” ni a “dar consejo a quien lo pide” ya que son obras de misericordia a las que nos mueve la gracia por amor a nuestros semejantes.


Claro, esto de las obras de Misericordia, es otro tema.


La cosa fundamental aquí, como dijo san Josemaría, es que “Cuando estés con una persona, has de ver un alma".


Tal como la ha visto Jay en Samaras y viceversa.



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