Cardenal Urosa: Sínodo no cambió doctrina sobre matrimonio y los divorciados

CARACAS, 11 Dic. 14 (ACI/EWTN Noticias).- El Arzobispo de Caracas (Venezuela), Cardenal Jorge Urosa, señaló que el Sínodo de la Familia de octubre no cambió la doctrina católica sobre el sacramento del matrimonio ni sobre la recepción de la Eucaristía, sino simplemente hizo una primera aproximación a “los problemas pastorales actuales, a la luz de la misericordia” con que los pastores deben acercarse a los fieles.

“El Sínodo no ha cambiado la doctrina sobre la unidad e indisolubilidad del matrimonio, ni la enseñanza teológica y moral sobre las condiciones para la recepción de la sagrada comunión”, afirmó en una circular dirigida a los sacerdotes, diáconos y vicarías parroquiales de Caracas.


En el texto, el Cardenal explicó que en el evento de octubre “se abordaron muchos temas, ente los cuales destaca la situación de las familias en el mundo, la belleza, misión y dignidad de la familia, la familia como unidad evangelizadora, la defensa de la familia, etc”.


Sin embargo, los medios de comunicación se centraron “en dos temas polémicos: el primero, la situación de los que, habiéndose casado por la Iglesia, se han divorciado y vuelto a casar, es decir, la admisión o no a la santa comunión eucarística de los divorciados vueltos a casar. El segundo: la situación y atención pastoral a los homosexuales”.


Acceso a la Sagrada Comunión


En el primer caso, el Arzobispo recordó que “se abrió un diálogo sobre la atención pastoral a los divorciados y vueltos a casar, en la línea de la compasión y misericordia. Sin poner en duda la indisolubilidad del vínculo matrimonial se deseaba encontrar alguna manera de integrarlos mejor dentro de la Iglesia, yendo un poco más allá de la Familiaris Consortio”.


Recordó que en esta exhortación apostólica, San Juan Pablo II pidió ayudar a los divorciados, “procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida”.


“Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar a los hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios. La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza”, indicó San Juan Pablo II.


El Cardenal también recordó que “los maestros moralistas siempre han enseñado que, para que un divorciado vuelto a casar pueda comulgar, debe vivir con su segunda pareja como hermano y hermana, es decir, abstenerse de las relaciones sexuales. Y puede recibir la comunión solo en lugares donde no sea conocido”.


En ese sentido, “se mantienen las normas morales y pastorales” formuladas en la “Familiaris Consortio”, donde se indica que la Iglesia, fundándose en la Sagrada Escritura, “reafirma su praxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez (…), dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía”.


“Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio”, añade la exhortación.


Por tanto, dijo el Cardenal, “mientras un divorciado vuelto a casar no asuma el requisito de abstenerse de las relaciones sexuales, no puede recibir la absolución sacramental en el sacramento de la reconciliación, ni tampoco ser admitido a la sagrada comunión. Sin ese compromiso por parte de la persona, ningún de nosotros, obispo o presbítero, diácono o religiosa, esta facultado para absolver en confesión, ni para ‘autorizar’ o ‘dar permiso’ a un divorciado vuelto a casar para que pueda comulgar”.


Atención pastoral a homosexuales


Sobre la atención pastoral de los homosexuales, indicó el Purpurado, “el Sínodo no fue más allá lo ya enseñado por el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la necesidad de ayudarlos a vivir cristianamente, y a considerarlos como personas necesitadas de respeto y consideración”.


El Arzobispo pidió a los fieles, sacerdotes y religiosos acoger “siempre con amabilidad y bondad a quienes se acerquen a nosotros”, mostrándoles el rostro y la misericordia de Jesús.


Asimismo, expresó su deseo de que en Sínodo de 2015 se encuentren “vías que reafirmen la doctrina estable y tradicional de la Iglesia sobre la unidad e indisolubilidad del matrimonio, y la necesidad de estar en gracia de Dios para recibir la santa comunión, por una parte”; así como “promover una mejor y más compasiva atención pastoral a los divorciados y vueltos a casar, para integrarlos mejor a la vida de la Iglesia, en la línea de la misericordia promovida por el Papa Francisco”.


“Corresponderá al Santo Padre la última palabra al respecto. Oremos al Señor para que el Espíritu Santo nos ilumine a ver claramente la verdad y saberla aplicar sabia y pastoralmente. Aprovecho la ocasión para expresarles a todos mis mejores votos por su paz y felicidad en estas Navidades y el próximo año 2015”, culminó.


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