Comentó la primera lectura del profeta Isaías en la que el pueblo se lamenta porque no atiende a sus ayunos. Para el Señor, “no es ayuno, no comer carne” para después “litigar y explotar a los trabajadores”, afirmó. Y en esto se entiende por qué Jesús condena a los fariseos, que tenían “muchas observancias, pero son la verdad del corazón”.
El Papa indicó que el ayuno verdadero es el de liberar a los oprimidos, vestir a los desnudos y hacer justicia. Éste “es el ayuno que no es solamente externo, una observancia externa, sino un ayuno que es un ayuno que viene del corazón”.
“En las tablas de la ley se encuentra la ley hacia Dios y la ley hacia el prójimo y todos y las dos van juntos”, aseguró.
“Yo no puedo decir: 'Pero, no, yo cumplo los tres mandamientos primeros... y los otros más o menos'. No, si tú no haces éstos, ese no puedes hacerlo y si tú haces ese, debes hacer esto otro. Van unidos: el amor a Dios y el amor al prójimo son una unidad y si quieres hacer penitencia, real no formal, debes hacerla delante de Dios y también con tu hermano, con el prójimo”.
El Papa afirmó también que se puede tener mucha fe, pero “si no haces obras, está muerta, de qué sirve”.
Y al que va a Misa todos los domingos y comulga se le puede preguntar: “¿Cómo es tu relación con tus empleados?, ¿le pagas en negro?, ¿les pagas el salario justo?, ¿también para cotizar para la jubilación?, ¿y para asegurar la salud?”.
“Cuántos, cuántos hombres y mujeres de fe, tienen fe pero dividen las tablas de la ley: 'Sí, sí yo hago esto'. ¿Pero das limosna? 'Sí, sí, siempre envío una asignación a la Iglesia'. 'Ah, está bien. Pero a tu Iglesia, a tu casa, con aquellos que dependen de ti, sean hijos, sean nietos, sean los empleados. ¿Eres generoso?, ¿eres justo?”, se preguntó.
“No puedes ofrecer cosas a la Iglesia en los hombros de la injusticia que haces con tus empleados. Este es un pecado gravísimo: es usar a Dios para cubrir la injusticia”.
En este sentido, el Pontífice añadió que esto “es lo que el profeta Isaías en nombre del Señor nos hace entender: no es un buen cristiano el que no hace justicia con las personas que dependen de él”.
Y tampoco es un buen cristiano “el que no se desprende de algo necesario para él y se lo da a otros que tiene necesidad”.
Precisamente, la Cuaresma “es esto, es doble, a Dios y al prójimo: es decir, es real, no es una formalidad. No es no comer carne solamente el viernes, hacer alguna cosita, y después hacer crecer el egoísmo, la explotación del prójimo, la ignorancia a los pobres”.
Comentando que hay personas que no tienen cubiertas algunas necesidades, como una buena relación con un hospital para que les atiendan rápido, el Pontífice continuó explicando el sentido de este tiempo litúrgico. Advirtió que hay gente en Roma que vive así y que la Cuaresma sirve “para pensar en ellos: ¿Qué puedo hacer por los niños, por los ancianos, que no tienen la posibilidad de ser visitados por un médico?”.
¿Cómo será tu Cuaresma?, preguntó a los fieles que le acompañaban en la Misa. “Gracia a Dios yo tengo una familia que cumple los mandamientos, no tenemos problemas...”. “Pero, ¿en esta Cuaresma hay en tu corazón lugar para aquellos que no han cumplido los mandamientos?, ¿para aquellos que se han equivocado y están en la cárcel?”.
“'Con esta gente yo no....'. 'Pero él está en la cárcel’. Si tú no estás en la cárcel es porque el Señor te ha ayudado a no caer. ¿En tu corazón los encarcelados tienen un lugar? ¿Rezas por ellos, para que el Señor les ayude a cambiar la vida?'”.
Finalmente el Papa Francisco pidió al Señor que “acompañe nuestro camino cuaresmal para que la observancia exterior corresponda con una profunda renovación del Espíritu”.
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