Se trata de una tradición que se remonta al siglo XIV y que al ser de las más importantes de España congrega cada año a casi un millón de personas durante los días principales de mayo y durante el año a cientos de miles.
En la romería de este año, el Obispo de Huelva, Mons. José Vilaplana, celebró la Eucaristía junto con el Obispo de Asidonia-Jerez, Mons. José Mazuelos. Durante la homilía el Prelado de Huelva recordó que Santa Teresa de Jesús quedó muy joven huérfana de madre y que, como ella misma dijo: “A una imagen de Nuestra Señora y suplíquela fuese mi madre con muchas lágrimas”.
Buscar la protección de la Madre del Cielo es “una experiencia que compartimos, de algún modo, todos los presentes”.
Mons. Vilaplana ha recordado en la homilía a los cristianos perseguidos: “Aquí, bajo el manto de nuestra Madre, Auxilio de los Cristianos, pedimos la fortaleza de la fe para los que han de dejar sus casas, sus tierras y hasta su vida, y que cambie el corazón de sus perseguidores”.
En ese sentido el Obispo de Huelva ha afirmado: “Hemos llegado hasta este Santuario buscando el rostro y la protección de la Virgen, nuestra Madre del Rocío, para descansar en Ella, como hijos, nuestros anhelos, gemidos y esperanzas”.
Como la romería tiene lugar en la solemnidad de Pentecostés, Mons. Vilaplana recordó: “Jesucristo, que conoce bien nuestro corazón y sabe de nuestra debilidad, nos regaló desde la Cruz a su Madre como Madre nuestra. Ella, acogiéndonos como hijos, acompañó los primeros pasos de la Iglesia naciente con su presencia y oración en el Cenáculo, esperando que se cumpliera la promesa del Señor, el envío del Espíritu Santo que daría fortaleza y empuje a la fragilidad de los apóstoles”.
“Aquí estamos nosotros con Ella, la Madre que ora e intercede por los que hemos venido a celebrar este nuevo Pentecostés. Necesitamos recibir de nuevo el fuego y el soplo del Espíritu Santo, para realizar la misión que hoy requiere nuestro mundo”.
El Obispo de Huelva ha insistido en que “sólo con la fuerza del Espíritu Santo, que Jesucristo envía desde el Padre, podremos avanzar en la necesaria transformación que requiere nuestra sociedad compleja”.
“Con María esperamos y recibimos el Espíritu Santo, tomando conciencia de la responsabilidad que tenemos como cristianos en la sociedad, en este momento que nos ha tocado vivir: ser testigos de Jesucristo en la Iglesia y en el mundo”, ha precisado.
Por eso ha insistido en que los cristianos debemos participar en la renovación de la Iglesia y en la regeneración moral de nuestra sociedad, y que toda reforma moral ha de ir precedida de la experiencia del amor de Dios, recibido como don.
“Alentados por la intercesión y el ejemplo de nuestra Madre, la Virgen del Rocío, bajo cuya protección estamos aquí reunidos, debemos preguntarnos: ¿qué podemos hacer para que la Iglesia se rejuvenezca y nuestra sociedad se renueve?”, ha preguntado el Prelado.
También insistió durante la Eucaristía en que “el cristiano se reconoce hermano de todos los hombres y, por lo tanto, no puede resignarse ante las desigualdades”.
“Después de participar en esta gran Asamblea, gozosa y colorista, en la que nos sentimos uno, personas venidas de tantos lugares, hemos de regresar a nuestras ciudades, pueblos y parroquias dispuestos a que el Espíritu Santo produzca en nosotros sus frutos: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí . Dios quiera que estos frutos caractericen las relaciones en nuestra sociedad, en la que hoy se están celebrando elecciones, para que todo contribuya al bien común”.
“La experiencia de compartir la alegría en esta Romería; el amor expresado a nuestra Madre; el impulso recibido en esta celebración de Pentecostés, no lo podemos guardar para nosotros solos; la hemos de difundir”, aseguró el Obispo.
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