“En las diversas partes del mundo las mujeres se enfrentan a problemas y desafíos diferentes -escribe Francisco- En el mundo occidental todavía sufren, a veces, la discriminación en el lugar de trabajo; a menudo se ven obligadas a elegir entre el trabajo y la familia; su vida de novias, esposas, madres, hermanas, abuelas, conoce a menudo por desgracia la violencia.
En los países en desarrollo y en los más pobres son las mujeres las que llevan el peso más grande sobre los hombros; las que recorren día a día kilometros en busca de agua; las que muy a menudo mueren al dar a luz un hijo; las que son secuestrados para fines de explotación sexual u obligadas al matrimonio en edad demasiado joven o en contra de su voluntad; a veces incluso se les niega el derecho a la vida sólo por ser mujeres. Todas estas cuestiones se reflejan en las propuestas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que actualmente se están discutiendo en las Naciones Unidas”.
“Los temas relacionados con la vida están intrínsecamente ligados a los sociales; cuando defendemos el derecho a la vida, lo hacemos también para que esa vida, desde su concepción hasta su fin natural, sea una vida digna, que no conoce las heridas del hambre y la pobreza, de la violencia y la persecución.
El papa Benedicto XVI, en su encíclica Caritas in veritate subrayaba que la Iglesia propone con fuerza esta relación entre ética de la vida y ética social, consciente de que 'no puede tener bases sólidas, una sociedad que -mientras afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz- se contradice radicalmente aceptando y tolerando las más variadas formas de menosprecio y violación de la vida humana, sobre todo si es débil y marginada'.”
“A ustedes que están comprometidos en la defensa de la dignidad de las mujeres y la promoción de sus derechos, os pido que os dejéis guiar por el espíritu de humanidad y compasión en el servicio al prójimo. Que la competencia profesional sea vuestra cualidad esencial, pero sin individualismo, sin mero activismo, sino con compromiso generoso.
Así harán surgir los dones inconmensurables con que Dios enriqueció a la mujer, haciéndola capaz de comprensión y de diálogo para conciliar conflictos grandes y pequeños, de sensibilidad para sanar las heridas y cuidar de cada vida, también en el ámbito social, y de misericordia y ternura para unir a las personas. Estos aspectos, junto con otros, son parte del "genio femenino" que es necesario que se manifiesta plenamente en beneficio de toda la sociedad”.+
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