Derecho a identidad DIF Jal EDIT

Tiempo de amar, perdonar y compartir

José de Jesús Vázquez Hernández

Cada estación del año tiene sus propias características. No obstante, la invernal (sobre todo por la Navidad y la entrada del Año Nuevo) tiene su propio significado para la mayoría de los habitantes terrenales. Por lo menos en México, puede decirse que es la más esperada por incluir el tiempo de Navidad que simboliza amor, perdón, alegría, y nos motiva a compartir con la familia, con los amigos, compañeros de trabajo y con los que menos tienen.
Ciertamente se trata de un lapso que nos induce a reflexionar sobre nuestra vida personal, sobre nuestras fortalezas y debilidades, logros y fracasos experimentados durante el año, o bien nos motiva a programar nuestros propósitos para un siguiente período; aquellos intentos que se quedaron estáticos en el transcurrir de las estaciones del año con sus efectos climáticos y emocionales, que si bien dentro de la frialdad de la temporada produce un calor afectivo.
En ese contexto, la algarabía navideña originada por los aguinaldos, compensaciones, premios, reparto de utilidades, etcétera, se va diluyendo conforme los Gobiernos programan los ingresos y egresos presupuestales de cada anualidad, cuando disfrazan impuestos y aumentan cuotas por diferentes servicios o bien imponen elevadas multas con diversos pretextos.Y ni qué decir del inesperado y desesperanzador incremento en el precio de los combustibles que nos endilgó el Gobierno Federal como “regalo” de fin de año para entrar en vigencia en el presente 2017.

Candiles de la calle
Cuando el Gobierno exige “apretar el cinturón” al pueblo, los que están en el Poder se lo aflojan, comenzando con los partidos políticos, que reciben altos subsidios; los diferentes Poderes, en que los Secretarios y altos directivos del Ejecutivo, los Senadores y Diputados, que deberían ser menos; el Judicial, comenzando con los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, entre otros.
A nivel estatal, se repite la misma tónica que a nivel federal: suelen disfrazarse igualmente los ingresos, bajando ocasionalmente los sueldos, pero autoelevándose compensaciones y prestaciones que, al sumarse, salen mayormente beneficiados. Y todo ello con base en que nadie debe ganar más que el Gobernador, lo cual es algo simbólico. Así las cosas, convendría tener un Gobernador rico con sueldo bajo.
Qué decir de las organizaciones públicas descentralizadas, OPD, que se rigen con su propia norma y reglamento ad hoc, como organismos públicos descentralizados, con personalidad jurídica y patrimonio propio, en el que se prevé un consejo directivo conformado por representantes de la Sociedad, por lo general amigos, que aprueban lo que su director les plantea, inclusive su privilegiada dieta.
Tal vez nada tendría de grave el que los servidores públicos recibieran elevados ingresos si su labor fuera realmente efectiva, su participación honrada, honesta y transparente y sus acciones redundaran en servicios que promovieran el bienestar común y combatieran la injusticia y la impunidad; hechos que derivarían en percibir una mayor confianza y una inspiradora esperanza en ésta y otras temporadas. Sin embargo, y por lo pronto, ¡Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo!

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