El Deporte y el Magisterio de la Iglesia (Parte III)

SAPA980511467010Kevin Lixey*

En las dos entregas anteriores,  mostramos reflexiones  de las Papas sobre el valor de la práctica del deporte para forjar el carácter y la salud del espíritu de las personas,  aspectos que justamente dimensionados deben alentarnos a dejar el sedentarismo.
El deporte educa
En cuanto al aspecto educativo del deporte, sobre todo con los jóvenes, San Juan Pablo II advirtió que la Iglesia tiene que estar en primera fila para elaborar una pastoral adecuada a las cuestiones de los deportistas y promover un deporte con el que favorezca una vida llena de esperanza.
POPETambién el Papa Benedicto XVI ve la importancia del deporte, disciplina que, si se practica respetando las reglas, se convierte en instrumento educativo y vehículo de importantes valores humanos y espirituales. Y sobre todo, ve la necesidad de que esta actividad sea siempre iluminada por la luz de Cristo. Con ocasión de las Olimpiadas invernales en Turín, El Papa afirmó que la luz de la antorcha olímpica, para los cristianos, remite al Verbo encarnado, luz del mundo que ilumina al hombre en todas sus dimensiones, incluida la deportiva.
El Santo Padre continuó: “No hay nada humano, excepto el pecado, que el Hijo de Dios, al encarnarse, no haya valorizado […] Entre las diferentes actividades humanas, está la deportiva, que también debe ser iluminada por Dios, mediante Cristo, para que los valores que expresa se purifiquen y eleven, tanto en el ámbito individual como colectivo.
El deporte es una grande frontera, un campo, que espera la luz de Cristo, la nueva evangelización. Precisamente, en el intento de hacer sentir la preocupación de la Santa Sede hacia el deporte, San Juan Pablo II instituyó en el año 2004, dentro del Consejo Pontificio para los Laicos, una nueva Sección bajo el nombre de Iglesia y deporte. Entre sus objetivos, busca ser en la Iglesia punto de referencia para el deporte, favorecer una cultura del deporte come medio de crecimiento integral de la persona, y sensibilizar a las Iglesias locales sobre la importancia del trabajo pastoral en los ambientes deportivos.
Benedicto XVI con una playera del Ternana de la Serie B de ItaliaDeportistas, modelos de juventud
Antes de concluir, quisiera llamar la atención acerca de un último punto, que también es uno de los objetivos de la Sección Iglesia y deporte y que mira hacia la pastoral de los deportistas. En los mundiales de Fútbol, hemos visto la grande atención que reciben los jugadores profesionales de fútbol de parte de los medias de comunicación. Es importante notar la insistencia con la cual Juan Pablo II ha llamado la atención a los jugadores profesionales sobre la responsabilidad que ellos tienen, sobre todo, hacia los jóvenes. Con la ocasión del Mundial en Italia en 1990, el Papa dijo estas palabras a los futbolistas: “A vosotros, (atletas) miran los deportistas de todo el mundo. ¡Sed conscientes de vuestra responsabilidad! No sólo el campeón en el estadio; también el hombre con toda su persona ha de convertirse en un modelo para millones de jóvenes que tienen necesidad de líderes y no de ídolos. Tienen necesidad de hombres que sepan comunicarles el gusto de lo arduo, el sentido de la disciplina, el valor de la honradez y la alegría del altruismo. Vuestro testimonio, coherente y generoso, puede impulsarlos a afrontar los problemas de la vida con igual empeño y entusiasmo”.
Los deportistas tienen necesidad de un guía, de modelos para su vida, para que ellos puedan ser modelos para los jóvenes. En su homilía del Jubileo del deporte, Juan Pablo II puso a Nuestro Señor Jesucristo como este modelo. Como dice el Papa:  “Él es el verdadero atleta de Dios, Cristo es el hombre más fuerte (Cf. Mc 1:7), que por nosotros afrontó y venció al adversario, Satanás, con la fuerza del Espíritu Santo, inaugurando el reino deDios”.
Después de este recorrido por el último siglo de los papas, tenemos una respuesta al menos a la pregunta:  ¿Qué dice los papas sobre el deporte? Podemos también constatar que efectivamente la Iglesia tiene interés en el deporte y ha dirigido en el último siglo más de una palabra hacia el mundo deportivo. La Iglesia como maestra en humanidad, muestra su solicitud para con todos los aspectos de la vida del hombre, incluyendo el deporte. Pero esto no basta.
Sin duda, vemos el espacio cada vez más amplio que ocupa el deporte en la vida de nuestra sociedad. Al mismo tiempo, vemos tantos jóvenes que se alejan más y más de Cristo. Podemos ver también que la práctica de las diversas disciplinas, sobre todo a niveles profesionales, tiende a alejarse cada vez más de los ideales originales del deporte. Considerando todo esto y las enseñanzas del Magisterio, es urgente la necesidad en la Iglesia es decir, en cada uno de nosotros en la medida de lo posible de bajar al campo y entrar en este areópago de la nueva evangelización que nos espera.
Tenemos que comenzar con el trabajo arduo pero esencial de devolver los valores fundamentales al deporte. Quizás en la historia de la humanidad jamás como hoy ha tenido el deporte tanta importancia. ¿Cómo vamos a aprovechar esta ocasión? La Iglesia, ya desde hace tiempo, está formando un equipo. Hay un entrenador excepcional Jesucristo, hay un estratega magnífico El Evangelio, y hay tantas almas que nos esperan… pero hace falta jugadores.
La mies de este campo es abundante, pero los obreros son pocos…” ¿Está usted dispuesto a ser uno de los jugadores?.
*Ecclesia, XX, n. 3, 2006

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