Celebración, oración y encuentro
Centenario de las Apariciones
de la Virgen de Fátima
Con motivo de los 100 años de las Apariciones de la Virgen María a los Pastorcitos de Fátima: Lucía, Francisco y Jacinta, el sábado 13 de Mayo se realizó un “Encuentro Diocesano Mariano” en el Santuario de los Mártires de Cristo. Más de cinco mil personas se dieron cita en el recinto en construcción para escuchar conferencias, testimonios, alabar a la Madre de Dios y adorar a Jesús Eucaristía. Además, los asistentes participaron de la Santa Misa presidida por el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, para ganar la Indulgencia Plenaria.
Fotos: Equipo del Sistema Informativo
de la Arquidiócesis de Guadalajara (SIAG).
Celebración a nuestra madre
Los Movimientos Marianos
renovaron su consagración
Con motivo de Centenario de las Apariciones de la Virgen de Fátima y con la intención de renovar la consagración a los corazones de Jesús y María, 3 mil personas de los Movimientos Marianos de la Arquidiócesis de Guadalajara, se reunieron el sábado 13 de mayo a las 18 horas en la Plaza Liberación.
La primera actividad fue la Eucarística, que presidió el Pbro. Enrique Morales Plascencia, Párroco de Corpus Christi, y concelebraron otros 5 Sacerdotes.
Durante la Homilía el Padre Francisco Flores Soto, recordó los hechos ocurridos hace 100 años: “demos gracias a Dios porque hace 100 años la Santísima Trinidad permitió que la Virgen María se apareciera en la Cova da Iria en Portugal, a los tres pastorcitos Lucía, Francisco y Jacinta. Lo primero que les dice la Virgen es ‘no teman, no quiero hacerles ningún daño’, parecido a lo que dice el Señor durante las apariciones que tiene en la Pascua. Así comienza el diálogo que se va a prologar durante 6 meses, del 13 de mayo al 13 de octubre”.
Un mensaje actual, para nosotros
El Pbro. Francisco Flores relató las peticiones que hizo la Madre de Dios a los tres pastorcitos, entre ellas que rezaran el Rosario, “además les preguntó si querían ofrecer a Dios sacrificios y aceptar todos los sufrimientos que Él les envía en reparación por los numerosos pecados que lo ofenden. Esto es lo mismo que nos sigue pidiendo, y el Señor espera que como Lucía, Francisco y Jacinta respondamos positivamente y la Virgen les advirtió que iban a sufrir mucho pero la gracia de Dios los confortará y los sostendrá.
Después cuentan ellos, que en otra aparición, una luz los envolvió y fue donde experimentaron la cercanía y presencia del Dios vivo”.
A los presentes, el Presbítero dijo: “Es lo que María pidió hace 100 años, pero es motivo de examen, de que cada quien revise qué tanto ha respondido a esa petición que ella hizo en nombre de Dios. Además hoy el Papa Francisco nos dice que los pastorcitos Francisco y Jacinta, con su canonización, son modelos para todos nosotros, por la generosidad con la que respondieron a ese llamado”.
Al terminar la Misa hubo adoración al Santísimo Sacramento y se concluyó con el rezo del Santo Rosario, en procesión y cada persona con una vela encendida. Durante el evento se contó con la presencia de los Cantautores católicos, como Cristy Villaseñor Margarita Araux, María Barria y Kiki Troya.
Francisco
Papa entre su gente
Pbro. Alberto Ávila Rodríguez
Enviado Especial
Una señora ha llegado hasta la sombra de un viejo árbol, lleva una playera de Brasil. Ha querido acercarse hasta un lugar en donde pueda ver pasar de cerca al Papa. Vecinos y extraños le dan sugerencias para que se acomode. Tiene a su lado un niño con el rostro cansado de tanta enfermedad; pero al mismo tiempo iluminado por cierta esperanza que lo mantiene casi sonriente.
Apenas asoma a los 5 años que han sido de flagelos y pobreza. Pero no se le nota cansancio ni fatiga, atiende presto, a cada gesto de cualquiera de sus dos vástagos. Les atiende sin prisas y con una mansedumbre de asombro. Las multitudes pasan y pasan buscando un lugar. Ya asoman en el cielo algunos helicópteros. Son ya las precursoras señales de la llegada de Francisco Papa.
Hay algarabía interior en los rostros de cada gente. Todo mundo busca entre la presión interior. Viene con la mujer hermosa, la Señora de familias, de los abuelos, de los hijos.
Van llegando grupos que se identifican con alguna bandera que va con su propia historia. Han llegado a la casa grande de la Madre de Fátima. No importa la raza ni el color de la piel, ni abundancia o pobreza de atuendos exteriores o interiores.
Los hay jóvenes, también abuelos. Se les ha recomendado no traer niños; pero ellos también quieren estar en la fiesta. Hay una gran explanada entre la capilla breve al centro, el templo emblemático por años presente y la gran reciente basílica. Hay un espacio entre ellos para más de 400 mil personas.
Ya son 100 años de fiesta de cantos, suspiros, lágrimas, consuelos y esperanzas que se entrecruzan todos los días. La Señora de Fátima se acerca a la sencillez de unos pastorcillos y se ha quedado en casa, en el corazón de multitudes que siempre quieren llamar a su Madre entre cuitas y alegrías.
Su presencia ha roto fronteras con diversos nombres. Guadalupe, Nuestra Señora de Aparecida… y toda una letanía de advocaciones. Así la necesitamos, así la invocamos; es la Señora de nuestras vidas. Ancianos, jóvenes, matrimonios maduros, pero sobre todo niños ya son parte de su familia; hijos siempre agradecidos.
El tiempo apremia. Hay en el cielo signos inminentes de la llegada de Francisco Papa. Un peregrino más que acude como hijo que tiene cuitas especiales que contarle.
Hasta ahí ha llegado un niño especial por su dolor, la enfermedad; pero también la esperanza. Entre el ruido de las multitudes que como olas del mar tienen su flujo y reflujo cuando quieren tocar la tierra; así la necesidad de millones de animar sus esperanzas.
El Papa descubre a ese niño cargado de silencio y de esperanza; parece que suspira desde su enfermedad y el Papa, sonríe, voltea y vuelve a voltear.
El Papa estará en oración, dará su mensaje y regresará por el mismo camino; quiere volver con el niño. La providencia del amor, parece en veces que tarda; pero siempre hay otra esperanza más fuerte que la anterior. Se ha puesto nervioso.
Entonces Francisco Papa parece otro niño, sonriente que quiere acercarse a los motivos de esperanza de mucha gente. Francisco el Vicario de Cristo sonríe, baja del Papa-Móvil. Baja, saluda y acaricia al niño. Y la fiesta florece en muchos corazones alcanza a sanar multitudes. Breve el gesto pero mucha la ternura que se comparte en la mirada de otros.
Hay ansiosos periodistas con pluma, con herramientas de altas tecnologías tropeles, que quieren la fotografía la nota de ocho columnas en la sencillez del alivio de una caricia, de una sonrisa. La algarabía crece como torrente inmenso que quieren disfrutar de la esperanza junto con otros. Grupos de Scouts, soldados, bomberos, la gente de todos lados hambrienta de esperanza, periodistas, fotógrafos…
La gente ha tomado un descanso en el suelo, sin elegancia, pero con sencillez de confianza, quieren resolver su hambre de muchas cosas, de muchos años, compartir la plática, el pan de la esperanza.
Llegan miles, la plaza arde con oleadas de sonrisas, cae la noche y los rezos se multiplican. El Papa reza el rosario hincado, sentado, alternativamente pero sobre todo reflexivo. Voces en diversos idiomas, cánticos de estructura hermosa, o de polifonía asombrosa engalana la gran plaza de Fátima, presidida desde la pequeña ermita en donde hace 100 años unos pequeños se sintieron llenos de emoción.
Del otro lado la Basílica de grandes dimensiones se siente pequeña ante las multitudes de antorchas que perfuman de cera y ennoblecen la noche, con algarabía de oraciones y el bordado de los cánticos.
Súplicas y emociones están en las miradas, en el murmullo y a veces gritos de los rezos. Hay demasiados rostros que exigen pronta respuestas a sus desconsuelos de años, de sufrimiento.
El Papa ha señalado que su peregrinación es como una esperanza para la paz. Ha dicho que oremos a María. La revolucionaria acción de la ternura y la contemplación; la humildad, ternura y contemplación son los pilares de la fortaleza y la justicia.
Aquí tiene su lugar la justicia, la ternura y contemplación; ellas deben de estar en el modelo eclesial para la evangelización. Son ciertamente palabras llenas de fortaleza en un mundo que poco reza y mucho discute. Debe hoy, haber tiempo para cantar las misericordias del Señor.
La algarabía, la fiesta, continúan después de un amenazador pero breve rocío. Miles de gentes que hicieron la oración del silencio y la esperanza entre el frío, el cansancio y el hambre pero en ningún momento dejaban de orar en distintos lenguajes desde su corazón.
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