Nuevo estudio revela: Hay más de 6 mil genes que se expresan distinto en hombres y mujeres

JERUSALÉN, 09 May. 17 (ACI).- El Profesor Shmuel Pietrokovski y el Dr. Moran Gershoni, ambos investigadores del Departamento de Genética Molecular del Instituto Weizmann de Ciencias, revelaron que cerca de 6.500 genes humanos codificadores de proteínas, reaccionan diferente en el sexo masculino y femenino.

Este descubrimiento derriba el mito de la ideología de género que considera que la diferencia entre hombre y mujer es un hecho social y/o cultural, es decir, una construcción antes que algo biológico o natural.

En un reciente artículo de su institución, los científicos indicaron que para identificar los miles de genes recurrieron al proyecto GTEx, un estudio muy amplio de la expresión genética humana registrado para numerosos órganos y tejidos en el cuerpo de cerca de 550 donantes adultos.

“Este proyecto permitió, por primera vez, el mapeo integral de la estructura genética del sexo humano diferencial”, detallaron.

Luego, ambos investigadores examinaron cerca de 20.000 genes codificadores de proteínas, clasificándolos por sexo y buscando diferencias en la expresión de cada tejido.

Eventualmente identificaron alrededor de “6.500 genes con actividad que estaba sesgada hacia un sexo u otro en al menos un tejido”.

“Por ejemplo, encontraron genes que estaban altamente expresados en la piel de los hombres en relación con los de la piel de las mujeres, y se dieron cuenta de que estaban relacionados con el crecimiento del vello corporal. La expresión genética para la construcción muscular fue mayor en los hombres; y para el almacenamiento de grasa fue mayor en las mujeres”.

El mapa detallado de estos genes, publicado en la revista científica BMC Biology, proporciona pruebas de que los hombres y mujeres experimentan “una especie de evolución separada” que también se interconecta.

Hace varios años, el Profesor Shmuel Pietrokovski y el Dr. Moran Gershoni se preguntaron la razón de por qué es común la prevalencia de algunas enfermedades humanas.

En ese sentido, vieron que las mutaciones que afectan la fertilidad eran relativamente generalizadas, donde cerca “del 15% de las parejas que tratan de concebir se definían como infértiles”.

Para los científicos, el “sentido común” les decía que estas mutaciones, que “afectan directamente a la supervivencia de la especie mediante la reducción del número de hijos, debieron haberse eliminado rápidamente por selección natural”.

En su estudio, los expertos demostraron que las mutaciones en los genes específicos de la formación de esperma persisten precisamente “porque los genes se expresan solo en los hombres”.

“Una mutación que es problemática solo para la mitad de la población, no importa cuán perjudicial sea, pasa libremente a la próxima generación por la otra mitad”.

Otras diferencias

Además, los científicos observaron las tendencias para acumular mutaciones “para ver si la selección natural pone más o menos presión sobre los genes que son específicos para hombres o mujeres”, es decir, hasta qué punto son mutaciones nocivas eliminadas o toleradas en la población.

De hecho, los investigadores encontraron que la eficiencia de la selección natural es más débil en muchos de estos genes.

“Cuanto más un gen era específico de un sexo, menos selección (natural) vimos en el gen. Y una diferencia más: esta selección fue aún más débil con los hombres”, dijo el Dr. Gershoni.

Aunque no tienen una explicación completa de esta diferencia adicional, los investigadores apuntaron a una teoría de la evolución sexual propuesta por primera vez en la década de 1930.

“En muchas especies, las hembras pueden producir solo un número limitado de descendientes mientras que los machos pueden, teóricamente, más. Por lo que la supervivencia de la especie dependerá de las hembras más viables en la población que los hombres. Así, la selección natural puede ser más ‘laxa’ (poco exigente) con los genes que solo son perjudiciales para los hombres”, explicó el Porf. Pietrokovski.

Aparte de los órganos sexuales, los investigadores descubrieron un buen número de genes ligados al sexo en las glándulas mamarias, “algo no tan sorprendente”, a excepción “de que aproximadamente la mitad de estos genes se expresaron en hombres”.  

“Debido a que los hombres tienen equipos mamarios totalmente equipados pero básicamente no funcionales, los científicos hicieron una supuesta conjetura de que algunos de estos genes podrían suprimir la lactancia”, detallaron.

Un lugar menos obvio que incluyó la expresión genética fue solo el ventrículo izquierdo del corazón en las mujeres. Otro de estos genes, también relacionados con la captación de calcio, mostró niveles de expresión muy altos en mujeres jóvenes que disminuyeron bruscamente con la edad.

“Los científicos piensan que son activos en las mujeres hasta la menopausia, protegiendo sus corazones, pero que conduce a enfermedades del corazón y la osteoporosis en los últimos años, cuando la expresión genética se cierra”, señalaron los investigadores.

No obstante, otro gen que principalmente se expresó de manera activa en el cerebro de las mujeres y, “aunque su función exacta es desconocida”, los científicos piensan que “puede proteger a las neuronas de Parkinson, una enfermedad que tiene una mayor prevalencia y comienzo más temprano en los hombres”.

Los investigadores también identificaron la expresión genética en el hígado de las mujeres que regula su metabolismo ante los medicamentos, “proporcionando evidencia molecular para la diferencia conocida en el procesamiento de fármacos entre mujeres y hombres”.

“El genoma básico es casi el mismo en todos nosotros, pero se utiliza de forma diferente en todo el cuerpo y entre los individuos. Por lo tanto, cuando se trata de las diferencias entre los sexos, vemos que la evolución a menudo funciona en el nivel de expresión genética”, agregó el Dr. Gershoni.

En ese sentido el Prof. Pietrokovski indicó que “paradójicamente” aquellos “genes vinculados al sexo son aquellos en los que las mutaciones perjudiciales son más propensos a ser transmitidos, incluyendo aquellos que afectan la fertilidad”.

“Desde este punto de vista, hombres y mujeres experimentan diferentes presiones de selección y, al menos hasta cierto punto, la evolución humana debe ser vista como una co-evolución”.

Finalmente, el investigador detalló este estudio también “hace hincapié” en la necesidad de una mejor comprensión de las diferencias entre hombres y mujeres, “en los genes que causan la enfermedad o responden a los tratamientos”.

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— ACI Prensa (@aciprensa) 23 de agosto de 2016

 

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