La ceremonia comenzó con la llegada de la imagen mariana en andas hasta la basílica de la Merced. En los días previos la Virgen de la Merced peregrinó por las comunidades arquidiocesanas.
Nuestra Señora de La Merced de los Maitines fue declarada “patrona y protectora de la libertad y la vida amenazada” por decreto del Arzobispado de Córdoba y a solicitud de los frailes mercedarios de Argentina, la Junta de Religiosos de Córdoba y la Red Kawsay.
La Virgen de la Merced fue instalada en la explanada de la iglesia y los fieles, religiosos, sacerdotes diocesanos y mercedarios, celebraron el acontecimiento con una Misa presidida por el Administrador Apostólico de Córdoba y delegado papal para la coronación pontificia, Mons. Carlos Ñáñez; y concelebrada por el Arzobispo electo de Córdoba, Mons. Ángel Rossi; obispos auxiliares, eméritos y el superior provincial de la Orden de la Merced en Argentina, fray Ricardo Guzzo.
También estuvieron presentes las autoridades locales, los responsables de la restauración y conservación de la imagen mariana, entre otros representantes de agrupaciones cercanas a la Iglesia local.
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En su homilía, Mons. Ñañez afirmó que la Virgen María es “mediadora de todas las gracias” y su realeza tiene carácter de servicio y no de dominio, porque participa “íntimamente de la ofrenda del rey, su Hijo, sobre la cruz”.
En el anuncio del Ángel, la Virgen María “se declara la servidora del Señor y en el Magníficat nuevamente se declara la servidora del Señor”; y “la reina Madre, la madre del Rey Mesías, al pie de la cruz recibe el encargo de ser la Madre de los discípulos del Rey", recordó el Administrador Apostólico.
Mons. Ñañez también destacó a la Virgen María como mujer. “Muestra patente de una sensibilidad especial por todo lo que es bello y bueno, por todo lo que dignifica y ennoblece la condición humana”, esa ternura de mujer y de madre que acoge a todos, afirmó.
También destacó su fortaleza “firme y serena en las vicisitudes de la vida diaria, especialmente en la prueba y el dolor”, “al pie de la Cruz, pero de pie”. Además, oró para que esa fortaleza llegue a quienes han sufrido la pérdida de familiares por el COVID-19, por las necesidades de las personas y los dolores de la patria.
Luego de la homilía se leyó el decreto pontificio de coronación y se presentaron los distintos atributos para Nuestra Señora de La Merced de los Maitines. Un escudo, la aureola con 12 estrellas y la corona .
Mons. Ñañez, delegado papal para la ocasión, coronó la imagen de la Virgen de la Merced de los Maitines, seguido por repiques de campanas, aplausos y vítores de los presentes.
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