Hay quienes piensan que cuanto más lujo más maravilloso es un viaje. Pero en el viajero sencillo existe la tranquilidad de saber que uno ve el mismo mundo, las mismas calles, los mismos templos que el más poderoso magnate.
Lo más importante al empezar una jornada de viaje, tras un desayuno lleno de buen humor, saludos y bromas, es relajarse y recordar que hay que disfrutar de cada hora, de todo lo que aparece ante nosotros.
Tengo como propósito estos días hacer un breve diario de viaje, un diario manuscrito. El diario es un modo de obligarse, cada día, a renovar el deseo de aprovechar ese tiempo que otorga Dios: cada viaje es un don del Creador. La vida entera es otro viaje.
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