Por Fernando Pascual
Cuando se organiza un referéndum sobre el aborto y vence la propuesta que permitirá su legalización, ¿qué ocurre?
Unos festejan. Defendieron el derecho al aborto como si fuera una conquista, un triunfo, una posibilidad para que las mujeres pudieran ser más libres.
Otros se sienten derrotados. Buscaron detener el aborto porque consideraban que su legalización significaba una grave injusticia contra los hijos suprimidos antes de nacer.
Las reacciones se suceden. Los políticos hacen sus declaraciones, algunos con el deseo de lograr la simpatía de los vencedores. Los periodistas lanzan sus opiniones y análisis.
Mientras, se pone en marcha un mecanismo social que lleva a nuevas maneras de ver el aborto en un territorio concreto.
Ha sido legalizado, dicen algunos. No será, entonces, tan malo. Además, los tiempos cambian, no existen principios inmutables. Y muchos países “desarrollados” tienen aborto.
Más allá de todos esos comentarios y cambios, vale la pena ver qué significa esa “victoria” de los partidarios del derecho al aborto.
Porque con los procesos legales y sociales que ahora empiezan a ponerse en marcha, miles de hijos no llegarán a nacer, porque miles de madres pedirán su muerte.
El drama más radical del aborto queda invariable: el aborto no deja de ser algo terrible por el hecho de que esté permitido por la ley y se lleve a cabo en hospitales con instrumentos higiénicamente “seguros”.
Alguno dirá que con la legalización habrá menos abortos clandestinos y menos muertes de mujeres. Algo de razón tiene, pero incompleta. Porque en todos los abortos (clandestinos o “legales”) mueren cientos de hijas y de hijos.
Un nuevo referéndum sobre el aborto. Las urnas acogen los votos que sirven para decidir sobre la vida o la muerte de seres humanos inocentes, desarmados, sin ninguna posibilidad de expresarse.
Cuando una sociedad pone a votación la vida de los hijos, cuando hay quienes proponen el aborto como un “derecho”, algo está muy herido en las conciencias de los individuos y de los pueblos.
El esfuerzo por salvar la vida de embriones y fetos tiene su valor. Pero es mucho más importante recapacitar para darnos cuenta de que nunca debería someterse a los votos si tienen o no tienen derecho a la vida seres humanos inocentes…
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