El obispo compartió su reflexión sobre la actual situación de la Iglesia en Chile frente a los escándalos de abusos en su homilía del Te Deum Ecuménico de Valparaíso, en el marco de las fiestas patrias.
Para Mons. Ossandón, “la crisis de la Iglesia Católica, y también en algunos aspectos, del cuerpo social y político de Chile, nos urgen a volver a cultivar el debate de altura, escuchando sin prejuicios, permitiendo que el otro pueda dar su opinión y estar disponible a encontrarle la razón, sin renunciar a la conciencia libre”.
Por esta razón, aseguró que un momento como este “nos enseña a ser discípulos de la verdad y no dueños de la verdad. Aprender juntos a discernir va siempre en la dirección de caminar desde un exacerbado amor al poder, a un radical ejercicio del poder del amor”.
Por otra parte, continuó el Prelado, “la crisis también nos enseña, si así lo queremos, a pedir ayuda, a ser humildes”.
“El grito de los pobres, el dolor de las víctimas de abuso y el clamor de la creación quieren ser abrazados y no utilizados. Quieren ser consolados, sanados y dignificados desde una comunión profética, humilde y generosa. Así lo esperan porque el máximo anhelo humano es la alegría de ser un pueblo de amigos y hermanos”, explicó.
Mons. Ossandón afirmó que “es desde estas convicciones que los católicos y ciudadanos chilenos queremos reconocer nuestros errores y delitos”.
“Ofrecemos al país, desde nuestra humillación, un renovado desafío de cuidado de la dignidad humana: el de crear, y ya lo estamos haciendo en nuestra Diócesis de Valparaíso, una pastoral de la prevención de abusos para cultivar ambientes sanos y seguros”, agregó.
Finalmente, el obispo expresó su gratitud a las personas que han ofrecido su ayuda y experiencia para “atender a las víctimas, entregar formación y hacer realidad el ‘nunca más´ de los abusos en la Iglesia y también en todos los ámbitos del pueblo de Chile”.
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