Al recibir en audiencia esta mañana a los participantes de la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, que lleva como tema “Pentecostales, carismáticos y evangélicos: repercusión en el concepto de unidad”, el Santo Padre aseguró que todos los cristianos estamos llamados a un “camino ecuménico”, que se debe “realizar caminando juntos, orando juntos y trabajando juntos, a la espera de que el Señor nos guíe a la recomposición de la unidad plena”.
El Papa destacó que “el crecimiento constante de estas nuevas expresiones de la vida cristiana es un fenómeno muy significativo, que no puede pasarse por alto”.
“Se necesita un camino para entender”, dijo, y alentó que se multipliquen “las ocasiones de encuentro y superando la desconfianza mutua, motivada muchas veces por la ignorancia o la falta de comprensión”.
Francisco señaló luego que “entre las diversas actividades compartidas están la oración, la escucha de la Palabra de Dios, el servicio a los necesitados, el anuncio del Evangelio, la defensa de la dignidad de la persona y de la vida humana”.
“Frecuentándonos mutua y fraternalmente, los católicos podemos aprender a apreciar la experiencia de muchas comunidades que, a menudo de manera diferente a las que estamos acostumbrados, viven su fe, alaban a Dios y dan testimonio del Evangelio de la caridad”, dijo.
“Al mismo tiempo, ellos se verán ayudados a superar los prejuicios sobre la Iglesia Católica y a reconocer que en el tesoro inapreciable de la tradición, recibida de los apóstoles y custodiada en el curso de la historia, el Espíritu Santo no se extingue ni sofoca en absoluto, sino que continúa su obra eficaz”.
El Papa hizo además un “mea culpa”, y recordó que décadas atrás en Argentina, “cuando era (superior) provincial, prohibí a los jesuitas que entablasen relaciones con estas personas, -con la Renovación Católica-, ¡y les dije que más que un encuentro de oración parecía una ‘escuela de samba’!”.
“Luego me disculpé, y como obispo tuve una buena relación con ellos, con la misa en la catedral”, recordó.
El Santo Padre indicó también que “soy consciente de que, en muchos casos, las relaciones entre católicos y pentecostales, carismáticos y evangélicos no son fáciles”.
“La aparición repentina de nuevas comunidades, vinculada a la personalidad de algunos predicadores, contrasta fuertemente con los principios y la experiencia eclesiológica de las Iglesias históricas y puede ocultar el peligro de ser arrastrados por las ondas emocionales del momento o de encerrar la experiencia de la fe en ambientes protegidos y tranquilizadores”.
“El hecho de que no pocos fieles católicos se sientan atraídos por estas comunidades es motivo de fricción, pero puede convertirse, por nuestra parte, en un motivo de examen personal y renovación pastoral”, dijo.
Ante esto, el Papa recordó que “la Iglesia crece en fidelidad al Espíritu Santo cuanto más aprende a no domesticarlo, sino a aceptar sin temor y, al mismo tiempo, con un serio discernimiento, su fresca novedad. El Espíritu Santo es siempre novedad. Siempre. Y tenemos que acostumbrarnos”.
“Es una novedad que nos hace entender las cosas más profundamente, con más luz y nos hace cambiar tantos hábitos, incluso hábitos disciplinarios. Pero Él es el Señor de las novedades”, aseguró.
“Para esta apertura de corazón, las actitudes que deben caracterizar, según el Espíritu, nuestras relaciones son la búsqueda de la comunión y el discernimiento cuidadoso”, señaló.
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