Esta petición figura en el mensaje del Santo Padre a los Católicos chinos y a la Iglesia Universal publicado este miércoles 26 de septiembre. Según afirmó el Papa al finalizar la Audiencia General celebrada en la Plaza de San Pedro, con este mensaje pretende trasladar un “respaldo fraternal “a los católicos chinos tras el revuelo producido por la noticia de la firma del Acuerdo.
De hecho, al comienzo del mensaje, Francisco reconoce que “han circulado muchas voces opuestas sobre el presente y, especialmente, sobre el futuro de la comunidad católica” tras la firma del Acuerdo.
Afirma ser consciente “de que semejante torbellino de opiniones y consideraciones habrá provocado mucha confusión, originando en muchos corazones sentimientos encontrados”.
Ante las “dudas y perplejidad” que han experimentado unos, y “la sensación de que han sido abandonados por la Santa Sede” que han experimentado otros, al mismo tiempo que “se preguntan inquietos sobre el valor del sufrimiento vivido en fidelidad al Sucesor de Pedro”, Francisco quiso garantizar a los católicos chinos “que cada día os tengo presentes en mi oración además de compartir con vosotros los sentimientos que están en mi corazón”.
No obstante, también recordó que este Acuerdo también ha generado “expectativas y reflexiones positivas que están animadas por la esperanza de un futuro más sereno a causa de un testimonio fecundo de la fe en tierra china”.
Se trata, al fin y al cabo, de un Acuerdo que “está llamado necesariamente a ser mejorado” y que “puede contribuir a escribir esta nueva página de la Iglesia católica en China”.
Gracias a él, “por primera vez, se contemplan elementos estables de colaboración entre las Autoridades del Estado y la Sede Apostólica, con la esperanza de asegurar buenos pastores a la comunidad católica”.
La cuestión del nombramiento de Obispos
En el mensaje, Francisco explica que “era fundamental afrontar la cuestión de los nombramientos episcopales” para poder “sostener e impulsar el anuncio del Evangelio en China y de restablecer la plena y visible unidad en la Iglesia”.
“Todos conocéis que, lamentablemente, la historia reciente de la Iglesia católica en China ha estado dolorosamente marcada por las profundas tensiones, heridas y divisiones que se han polarizado, sobre todo, en torno a la figura del Obispo como guardián de la autenticidad de la fe y garante de la comunión eclesial”.
El Papa lamentó que la pretensión de “determinar la vida interna de las comunidades católicas, imponiendo el control directo más allá de las legítimas competencias del Estado” provocó la clandestinidad de la Iglesia en China.
“Dicha experiencia no es normal en la vida de la Iglesia y –recordando las palabras de Benedicto XVI en la Carta que dirigió a los católicos chinos en mayo de 2007– ‘la historia enseña que pastores y fieles han recurrido a ella sólo con el doloroso deseo de mantener íntegra la propia fe’”.
En este sentido, reveló que desde que asumió el Pontificado pudo constatar “el sincero deseo de los católicos chinos de vivir su fe en plena comunión con la Iglesia universal y con el Sucesor de Pedro”.
De este deseo, “he recibido durante estos años numerosos signos y testimonios concretos, también de parte de los que, incluso obispos, han herido la comunión en la Iglesia, a causa de su debilidad y de sus errores, pero, además, no pocas veces, por la fuerte e indebida presión externa”.
Por lo tanto, “después de haber examinado atentamente cada situación personal y escuchado distintos pareceres”, decidió, “en continuidad con las directrices de mis Predecesores inmediatos”, “conceder la reconciliación a los siete restantes obispos ‘oficiales’ ordenados sin mandato pontificio y, habiendo remitido toda sanción canónica relativa, readmitirlos a la plena comunión eclesial”.
Al mismo tiempo, “les pido a ellos que manifiesten, a través de gestos concretos y visibles, la restablecida unidad con la Sede Apostólica y con las Iglesias dispersas por el mundo, y que se mantengan fieles a pesar de las dificultades”.
Diálogo y respeto
Asimismo, el Pontífice hace un llamado al diálogo, al encuentro y al respeto entre la Santa Sede y el gobierno chino “para construir un futuro común de mayor armonía”.
“En este surco se coloca el Acuerdo Provisional, que es fruto de un largo y complejo diálogo institucional entre la Santa Sede y las Autoridades chinas, iniciado ya por san Juan Pablo II y seguido por el Papa Benedicto XVI”.
Ese recorrido, según afirmó el Papa, “no tiene otro objetivo, sino el de llevar a cabo los fines espirituales y pastorales que le son propios; es decir, sostener y promover el anuncio del Evangelio, así como el de alcanzar y mantener la plena y visible unidad de la comunidad católica en China”.
Además, el Papa invita también a los católicos chinos “a que se hagan artífices de reconciliación” en el país, pues, “la comunidad católica en China está llamada a permanecer unida, para superar las divisiones del pasado que tantos sufrimientos han provocado y lo siguen haciendo en el corazón de muchos pastores y fieles”.
Por ese motivo, pidió “que todos los cristianos, sin distinción, hagan ahora gestos de reconciliación y de comunión”. “Que, en el ámbito civil y político, los católicos chinos sean buenos ciudadanos, amen totalmente a su Patria y sirvan a su País con esfuerzo y honestidad, según sus propias capacidades. Que, en el plano ético, sean conscientes de que muchos compatriotas esperan de ellos un grado más en el servicio del bien común y del desarrollo armonioso de la sociedad entera”.
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