1. Nos hace hijos de Dios. El Bautismo es un Sacramento: signo del amor divino, que actúa eficazmente en nosotros colmándonos de gracia y bendición. Nos hace hijos adoptivos de Dios.
2. Nos perdona el pecado original. Nos libra del poder del maligno, nos santifica.
3. Nos da al Espíritu Santo. Nos hace Sus templos; nos da virtudes y dones para vivir cristianamente.
4. Nos da dignidad de sacerdotes, profetas y reyes. Para interceder por otros; anunciar la Buena Nueva, y heredar el Reino de Dios.
5. Quien se bautiza es ungido con dos óleos santos. Bendecidos en la Misa Crismal el Jueves Santo. El óleo de los catecúmenos, purifica y fortalece; el Santo Crisma, consagra.
6. Sólo se bautiza con agua. No es válido bautizar con lágrimas, saliva, sangre, sudor, jugo o cualquier otro líquido.
7. El Bautismo se recibe una sola vez. Es indeleble. Incluso a convertidos que pertenecían a iglesias cuyo Bautismo la Iglesia Católica reconoce como válido, no les pide volverse a bautizar.
8. El Bautismo de niños es bíblico. Hay hermanos separados que sólo bautizan adultos, creyendo que eso enseña la Biblia. Pero en Hechos de los Apóstoles se narra que familias enteras se bautizaron, eso incluye a niños (ver Hch 16, 15.33).
9. En caso de emergencia, cualquiera puede bautizar. Aun sin ser católico. Debe derramar agua sobre la cabeza de quien se bautiza, mientras dice la fórmula trinitaria, es decir, invoca a la Santísima Trinidad: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” Es el llamado ‘Bautismo condicional’. Si el bautizado sobrevive la emergencia, debe completarle el rito un ministro ordenado.
10. El Bautismo no coarta la libertad del bautizado. No es imposición, es don. Los papás que desean esperar a que sus hijos crezcan y decidan si se bautizan, deben considerar que así como no esperarían a que éstos crezcan y decidan si se quieren vacunar; sino los vacunarían de niños para protegerlos de la enfermedad, tampoco deben esperar a que sus hijos crezcan, a ver si se quieren bautizar. El Bautismo no les quita libertad (si de adultos deciden alejarse de su fe, lo podrán hacer), pero entre tanto les da la gracia que los va a fortalecer, prende en su alma la Luz que, si se alejan, los alumbrará para poder volver.
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