Una sociedad dividida no alcanza sus metas: rector de la UPM

En el Día de la Universidad Pontificia de México, la comunidad estudiantil e invitados se reunieron en la institución para discutir los retos de la universidad y de la Iglesia católica ante la realidad social. El rector de la institución,  el padre Mario Ángel Flores Ramos, dio la bienvenida a los asistentes.

En su mensaje, destacó que en México “los desafíos son muchos: pobreza, criminalidad, corrupción y decadencia moral”. Ante ello, no bastan las buenas intenciones, dijo, “se necesitan ideas claras y estrategias responsables. Una sociedad dividida o polarizada, nunca alcanzará sus metas”, enfatizó.

A lo que agregó que una “nación es responsabilidad de todos, no sólo de la clase gobernante”.

Como parte de las actividades se realiza el panel Perspectivas para México ante las nuevas circunstancias políticas, que cuenta con la presencia de Margarita Zavala, ex candidata independiente a la Presidencia de la República; Emilio Álvarez, senador independiente y Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE).

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Aquí el discurso completo del padre Mario Ángel Flores:

La Real y Pontificia Universidad de México fue fundada en 1553, hace ya 466 años, siendo la más antigua del Continente Americano. En relación y continuidad con aquella institución, como lo atestigua su escudo oficial, se realizó su reapertura únicamente como Pontificia el 29 de junio de 1982 con la anuencia del Papa Juan Pablo II, reanudando sus actividades hace ya 37 años, en esta sede en la que nos encontramos, siendo la Universidad Eclesiástica Nacional al ser constituida bajo la responsabilidad del Episcopado Mexicano.

Sean todos bienvenidos a esta solemne conmemoración

Vivimos tiempos nuevos en todas las universidad pontificias del mundo, bajo el impulso de las enseñanzas del Papa Francisco, quien en su reciente Constitución Apostólica Veritatis Gaudium (La Alegría de la Verdad), nos pide estar atentos a los distintos acontecimientos del mundo, tal como se desarrollan en nuestro horizonte contemporáneo; de tal manera que, junto a nuestra estricta vocación académica y teológica, nos distinga también la apertura y cercanía para con todas las realidades humanas, a fin de llevar constantemente la novedad del Evangelio de Jesucristo e iluminar la historia de nuestro tiempo.

Estamos llamados a ser una institución más testimonial, a la par de toda la Iglesia, menos preocupada por sí misma, más auténtica y comprometida con la sociedad.

Vivimos tiempos nuevos en las expresiones culturales que van modelando el desarrollo y comportamiento de nuestra sociedad, en esta época de globalización donde estamos interrelacionados mediante el asombroso desarrollo tecnológico y el constante intercambio de experiencias y acontecimientos.

Nadie puede ser ajeno a las grandes conquistas de la creatividad humana, que se dan en todos los rincones de la tierra; nadie puede ser indiferente a los sufrimientos o injusticias que suceden en cualquier país del mundo. Somos la misma humanidad, más allá de formalismos nacionalistas, somos hermanos, de acuerdo al lenguaje del Evangelio. El Conjunto de las Naciones tiene nuevas responsabilidades unas con otras velando por el cumplimiento de los derechos humanos de todos.

Vivimos tiempos nuevos también en nuestra patria, no solamente por el cambio de un gobierno, algo que se da constantemente, de acuerdo, a los tiempos políticos de toda democracia, sino, sobre todo, por el deseo de cambio, manifestado de manera contundente por nuestro pueblo mexicano en las pasadas elecciones federales. Son muy altas las aspiraciones que tenemos, para superar la indignante desigualdad social, la injusta participación en el desarrollo, la falta de oportunidades en la educación de calidad y en el trabajo digno para todos.

Nuestros desafíos son muchos: pobreza, criminalidad, corrupción, decadencia moral. No bastan las buenas intenciones, se necesitan ideas claras y estrategias responsables. Propuestas que nos lleven a integrar el talento de todos, con el respeto de unos y otros. Una sociedad dividida o polarizada, nunca alcanzará sus metas.

La tarea de un gobierno, escribía el Papa Benedicto XVI es procurar la justicia, generando confianza y armonía dentro y fuera de la propia nación.

La tarea de la Iglesia, sin dejar de lado la justicia, va más allá, llega hasta la caridad. Estos son parámetros mínimos para evaluar el cumplimiento de las responsabilidades. En una palabra, una Nación es responsabilidad de todos, no sólo de la clase gobernante.

Más aún, los líderes conservan su legitimidad, en la medida que sean incluyentes y propicien que los distintos sectores asuman su tarea y el talento de todos contribuya al progreso común.

El centralismo, las decisiones discrecionales de unos cuantos, la opacidad de los procesos, sería un grave retroceso en nuestra patria. El monólogo anula la riqueza social y la diversidad de nuestra cultura.

Al comienzo de esta etapa en México, hemos querido dedicar este espacio de la Universidad Pontificia a un análisis crítico y propositivo, frente a la enorme responsabilidad de quienes llevan las acciones de gobierno. Actitud crítica que también es parte de nuestra responsabilidad ciudadana y de nuestra participación en la búsqueda del bien común. Toda universidad es una institución donde debe brillar el pensamiento crítico y propositivo, toda universidad pontificia debe ir de la mano junto al análisis de la realidad, el testimonio y el compromiso constructivo.

Quiero agradecer la presencia de nuestros invitados para expresar sus opiniones y análisis en el panel que hemos organizado.

Nos honra la participación de Margarita Zavala, mujer de principios firmes y actitudes independientes a lo largo de su carrera política. Gracias por tu amistad y cercanía.

Valoramos la actuación de Juan Pablo Castañón, líder empresarial que sabe conciliar en medio de conflictos y expresar con claridad los riesgos y las oportunidades de las políticas públicas.

Apreciamos en todo lo que vale la coherencia de Emilio Álvarez Icaza, comprometido con las causas sociales, sin duda desde el influjo de las profundas raíces cristianas de sus padres, pero también en medio de las nuevas culturales.

Muchas son las opiniones que escuchamos a diario, muchos los puntos de vista que tenemos personalmente. En este ámbito universitario respetamos la libertad de expresión y escuchamos con ánimo constructivo a los expertos, para delinear nuestros criterios y compromisos.

Nuevamente expreso a todos: sean bienvenidos a esta conmemoración del Día de la Universidad Pontificia de México.

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