“En la Misa de esta noche alguien dejó caer la Eucaristía al piso y esta fue la reacción del P. Jim. Después de que todos recibieron la Comunión, se postró en una de sus rodillas, levantó la hostia y la consumió. Luego limpió el suelo con la mano y lamió su mano”, escribió Nick Switzer en su cuenta de Facebook el pasado 5 de enero.
La publicación se hizo viral rápidamente, fue compartida más de 3.400 veces y tiene más de 9 mil reacciones.
La Misa fue presidida por el párroco P. James (Jim) Rafferty en la parroquia St. Mary Our Lady of the Annunciation en la localidad de Rockwood, en la Arquidiócesis de Detroit, estado de Michigan.
“Mientras uno de los acólitos fue por un purificador y agua, el P. Jim se quedó en el lugar en posición de genuflexión como si estuviera adorando el lugar donde cayó la Eucaristía, como si fuera tierra santa”, prosiguió el relato.
“El acólito le dio el purificador y el agua, y el P. Jim limpió el lugar completamente y muy reverentemente. Fue hermoso. La mujer frente a mí lloraba, yo casí lloré. El organista seguía tocando mientras esto sucedía. Fue muy inspirador”, destacó Switzer.
Tras el relato, Nick Switzer hizo una reflexión sobre lo que había significado ser testigo de la devota reacción del sacerdote.
“La Eucaristía no es solo pan sino el cuerpo, la sangre, alma y la divinidad de Jesucristo. Y son los sacerdotes como el P. Jim, quienes tratan a la Eucaristía como lo que la Eucaristía realmente es, quienes muestran a sus fieles el sorprendente regalo que tenemos en la Iglesia Católica. Gracias Padre Jim”, escribió.
La parroquia St. Mary Our Lady of the Annunciation confirmó a ACI Prensa la veracidad del relato de Switzer.
Lo que se debe hacer cuando cae una hostia consagrada al suelo
El numeral 280 de la Instrucción General del Misal Romano señala que “si se cae la Hostia o alguna partícula, recójase con reverencia; pero si se derrama algo de la Sangre del Señor, lávese con agua el lugar donde hubiere caído y, después, viértase esta agua en el ‘sacrarium; (o piscina) colocado en la sacristía”.
El sacrarium o piscina es un “depósito con desagüe directo a la tierra, donde se echa el agua que se ha sobrado de una función sagrada, como el lavado de los objetos sagrados. Generalmente está en la sacristía”.
Lo establecido en el numeral 280 de la Instrucción General del Misal Romano tiene su origen en un documento más antiguo llamado De Defectibus, donde se lee que “si la hostia consagrada o alguna partícula de ella cayera al suelo, debe recogerse con reverencia. El lugar donde cayó debe ser lavado y raspado ligeramente y luego poner la pizca o raspado en el sacrarium”.
Respecto a la postura en la que el P. Rafferty esperó que le llevaran el agua y el purificador, cabe recordar que efectivamente se llama genuflexión, como relató Nick Switzer.
El numeral 274 de la Instrucción General del Misal Romano señala que “la genuflexión, que se hace doblando la rodilla derecha hasta la tierra, significa adoración; y por eso se reserva para el Santísimo Sacramento, así como para la santa Cruz desde la solemne adoración en la acción litúrgica del Viernes Santo en la Pasión del Señor hasta el inicio de la Vigilia Pascual”.
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