Ante cientos de miles de peregrinos presentes y luego de haber meditado cada una de las estaciones del Vía Crucis, el Santo Padre hizo una reflexión en la que resaltó el papel de la Madre de Dios.
“Contemplamos a María, mujer fuerte. De ella queremos aprender a estar de pie al lado de la cruz. Con su misma decisión y valentía, sin evasiones ni espejismos. Ella supo acompañar el dolor de su Hijo, tu Hijo Padre; sostenerlo en la mirada, cobijarlo con el corazón. Dolor que sufrió, pero no la resignó. Fue la mujer fuerte del ‘sí’, que sostiene y acompaña, cobija y abraza. Ella es la gran custodia de la esperanza”, dijo el Santo Padre.
“Nosotros también Padre, queremos ser una Iglesia que sostiene y acompaña, que sabe decir: ¡Aquí estoy! en la vida y en las cruces de tantos cristos que caminan a nuestro lado”.
De María, continuó el Papa, “aprendemos a decir ‘sí’ al aguante recio y constante de tantas madres, padres, abuelos que no dejan de sostener y acompañar a sus hijos y nietos cuando ‘están en la mala’”.
“De ella aprendemos a decir ‘sí’ en la testaruda paciencia y creatividad de aquellos que no se achican y vuelven a comenzar en situaciones que parecen que todo está perdido, buscando crear espacios, hogares, centros de atención que sean mano tendida en la dificultad”.
“En María –prosiguió el Papa– aprendemos la fortaleza para decir ‘sí’ a quienes no se han callado y no se callan ante una cultura del maltrato y del abuso, del desprestigio y la agresión y trabajan para brindar oportunidades y condiciones de seguridad y protección”.
Francisco resaltó también que en la Virgen María “aprendemos a recibir y hospedar a todos aquellos que han sufrido el abandono, que han tenido que dejar o perder su tierra, sus raíces, sus familias, sus trabajos”.
“Padre, como María queremos ser la Iglesia que propicie una cultura que sepa acoger, proteger, promover e integrar; que no estigmatice y menos generalice en la más absurda e irresponsable condena de identificar a todo emigrante como portador del mal social”.
Tras pedir a Dios que los cristianos sean personas que acompañen con ternura a los demás, el Papa Francisco pidió al Señor que enseñe a los fieles a “estar al pie de la cruz, al pie de las cruces; despierta esta noche nuestros ojos, nuestro corazón; rescátanos de la parálisis y de la confusión, del miedo y de la desesperación”.
“Padre, enséñanos a decir: Aquí estoy junto a tu Hijo, junto a María y junto a tantos discípulos amados que quieren hospedar tu Reino en el corazón”, rogó el Pontífice.
El Papa también animó a no caer en la tentación de la “cultura del bullying, del acoso, de la intimidación, del encarnizamiento con el débil”.
El Santo Padre dijo además que “el vía crucis de tu Hijo se prolonga en tantos jóvenes y familias que, absorbidos en una espiral de muerte a causa de la droga, el alcohol, la prostitución y la trata, quedan privados no solo de futuro sino de presente. Y así como repartieron tus vestiduras, Señor, queda repartida y maltratada su dignidad”.
Este Vía Crucis, lamentó el Papa, también “se prolonga en una sociedad que perdió la capacidad de llorar y conmoverse ante el dolor”.
Ante este dolor, cuestionó el Pontífice, “¿qué hacemos? ¿Cómo reaccionamos ante Jesús que sufre, camina, emigra en el rostro de tantos amigos nuestros, de tantos desconocidos que hemos aprendido a invisibilizar?”.
Francisco también cuestionó a los peregrinos presentes: “¿Nos animamos a permanecer al pie de la cruz como María?”.
Con esta actividad culminó el cuarto día de la JMJ Panamá 2019. Para mañana está programada la Misa con la dedicación del altar de la Catedral Basílica de Santa María la Antigua y la vigilia con los jóvenes.
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