La foto fue hace unos días, en mitad de la ola de frío


Hace algo más de una semana, vi en la primera plana de El País una noticia: Habían inventado un chorizo hecho solo de calabaza. Aseguraban que sabía a chorizo.
Yo, ansioso por el bienestar de los cerdos, le pedí a una amiga que, por favor, lo encontrase en algún lado. Se llama “calabizo”.
Ayer me trajo un paquete. Una cosa que me sorprendió era su precio. En la foto que vi en Internet tenía la forma de un chorizo. Pero, viendo la forma, no se apreciaba el tamaño. Siete euros por tres salchichas alargadas. ¿Por qué tan caro? Miré los ingredientes, el 90% era calabaza y unos pocos ingredientes más de lo más comunes.
Ya estaba comprado, lo probé. Entonces entendí el tema del precio: ¡sabía a repámpanos! En serio, yo creo que el jugo verde de troll corrompido debe saber parecido. Aquello más que comprado en un supermercado, parecía comprado en una tienda de artículos de broma.
Entonces entendí el precio de ese puré de calabaza lleno de orégano: el que lo pruebe jamás lo volverá a comprar.
En Madrid mi amiga solo lo encontró en un solo lugar. La empresa que lo produce, totalmente desconocida. La noticia de El País, un anuncio disfrazado de noticia.
¿Qué enseñanza sacamos de todo esto? Pues para mí es muy clara: Si Maduro acaba en una prisión de Holanda con una cadena perpetua, hay que poner Calabizo en su dieta durante los viernes de cuaresma.

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