En su catequesis de este 27 de febrero el Santo Padre dijo que, el
primer paso de la oración cristiana es la entrega de nosotros mismos a
Dios, a su providencia. Es interesante notar que Jesús, en su discurso
en la montaña, inmediatamente después de transmitir el texto del Padre
Nuestro, nos exhorta a no preocuparnos y a no angustiarnos por las
cosas. Parece una contradicción: primero nos enseña a pedir el pan de
cada día y luego nos dice: “No se preocupen diciendo: ¿qué vamos a
comer? ¿Qué vamos a beber? ¿Qué nos vamos a poner?”. Pero la
contradicción es sólo aparente: las peticiones del cristiano expresan
confianza en el Padre; y es precisamente esta confianza la que nos hace
pedir lo que necesitamos sin ansiedad y agitación.
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