Pbro. Alfonso Rocha Torres
“Dime qué haces con tu teléfono móvil y te diré quién eres”, dice Pierre Amar, sacerdote de la diócesis de Versalles, licenciado en Derecho y en Teología y uno de los miembros más activos de Padreblog, portal que agrupa a algunos de los curas franceses más tecnológicos y que ha escrito un libro sobre la red, titulado Internet, el nuevo presbiterio.
En un reciente post, el padre Amar recuerda que las redes sociales se han impuesto en nuestra vida, revolucionando nuestra forma de vivir y de interactuar con los demás, cada una con su peculiar forma de tentarnos: Instagram, Facebook, Twitter, Youtube, Pinterest, Snapchat… Así que, “antes de que nuestras pantallas nos deshumanicen por completo”, nos ofrece, desde su experiencia cuáles serían las ocho bienaventuranzas “del buen católico tecnológico”.
1.- Bienaventurados los que leen los artículos hasta el final
¿Por qué? Porque “hacer clic es seleccionar y seleccionar es elegir”, esto es, “dejar de picotear y de mover sin cesar el scroll [cursor]”. Así pues, recuerda que “el cerebro humano actúa de forma sucesiva y cronológica” y, si has hecho clic, esto es, si has seleccionado, esto es, si has elegido… “lleva tu elección hasta el final”. Que no sea tu dedo quien decida, sino tu cabeza: “Dile ‘No, gracias’ a la sociedad de la compulsividad”.
2.- Bienaventurados los que rezan por la mañana antes de conectarse
Dicen los médicos que la melatonina, hormona del sueño, se ve afectada por las pantallas, que pueden retrasarnos hasta una hora las ganas de dormir. Y “tampoco es normal que por la mañana mi primer reflejo sea comprobar mi tablet o mi celular… No, mi primer gesto matutino, al saltar de la cama, debe ser hacer mis oraciones”.
3.- Bienaventurados los que no salpican a los demás con su supuesta felicidad
Lo que comes, dónde tomas el sol, tu nueva ropa, tus selfies… cansan. Las cosas que solo te interesan a ti mismo o a tu futuro portal, www.yo.com: “La vida, la vida auténtica, no son solo esas fotos bonitas. También es el trabajo, el sudor, y en ocasiones la sangre, a menudo las lágrimas. Pero de eso, ¡qué curioso!, nunca hablas…”
4.- Bienaventurados los que no se promocionan a sí mismos
Los creadores de las redes sociales conocían bien el alma humana cuando hicieron posible retuitearse o darse un like a uno mismo: “¡Mira, he hablado! ¡Y me gusta lo que he dicho!” “Ese narcisismo no es cristiano”.
5.- Bienaventurados los que no crean grupos a discreción ni reenvían a todos sus contactos
¡Ten piedad! ¡No inundes la tierra entera con tus chistes, tus llamadas a la solidaridad, tus alegatos…! Ninguno se atreverá a decírtelo, pero ese tipo de mensajes van derecho a la papelera”. Además, en el seno de un grupo pequeño poner algo “en copia a todos” es temerario. No crees grupos sin pedir permiso a los afectados.
6.- Bienaventurados los que ponen filtros en su dispositivo
“Porque no quiero que en mi casa haya una cloaca, porque las imágenes ejercen sobre mí un impacto poderoso, y porque la única valentía posible ante la peste pornográfica es la huida, he instalado un conjunto de restricciones, tanto en mi computadora como en mis dispositivos móviles”.
7.- Bienaventurados los que sí están presentes
Internet ha inaugurado una nueva forma de presencia, dice el padre Pierre: los “presentes-ausentes”. Están, pero no están. Su cuerpo está aquí, pero su cabeza no. Reuniones, viajes, incluso comidas… “en los que el vecino tiene sus ojos puestos en el smartphone”, hablando con todo el mundo menos con quien tiene al lado. Hay “una creciente pérdida de humanidad, de la relación real, viva, sorprendente e imprevisible, carnal y reflexiva a la vez”. Estamos cada vez más conectados y cada vez más solos. “El uso excesivo de las nuevas tecnologías nos arrebata el fundamento de toda relación humana: la alteridad, con su porción de imprevisibilidad, de riesgos, de exigencias y de placeres incompatibles con los sistemas informáticos… El cristianismo puede aportar algo: después de todo, somos la religión de la Encarnación, de un Dios que no ha enviado un e-mail, sino que ha acudido al encuentro de los hombres haciéndose uno entre ellos”.
8.- Bienaventurados los lúcidos
Hoy no es posible vivir sin internet. Pero nada nos impide “mantener una triple lucidez”. Lucidez respecto al tiempo que pasamos ante una pantalla. Lucidez respecto al sedentarismo y falta de ejercicio a que ello conduce. Lucidez para desconectarse de vez en cuando. El padre Amar propone unos ejercicios espirituales de cinco días, o autoimponerse alguna abstinencia de hábitos tecnológicos en Cuaresma. “¡Es algo radical, pero hace mucho bien!”, anima, porque además la privación voluntaria de la conexión nos permite dilucidar si realmente somos libres.
La novena bienaventuranza
La novena Bienaventuranza supone el cumplimiento de las 8 restantes; Así que, para no ser menos, también el padre Amar añade con humor una novena, que parafraseamos así: “Bienaventurados los que cumplan siete de estas bienaventuranzas, sobre todo la primera… ¡pero no la que les impediría reenviar el artículo a todos sus contactos!”
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PARA SABER MÁS: www.religionenlibertad.com
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