Sergio Padilla Moreno
Este domingo comienza la Semana Santa y nos preparamos para vivir unos días de recogimiento, oración y contemplación de los misterios centrales de nuestra fe; por esto es que propongo un par de obras que nos pueden ayudar a crear la atmósfera y disposición de espíritu propicio para ello.
Oratorio Cristo en el Monte de los Olivos, de Ludwig Van Beethoven (1770-1827). Hoy en día, Beethoven nos sigue maravillando, tanto en su enorme dimensión de compositor, así como en las diversas facetas -muchas de ellas atormentadas- de su humanidad. El género de la sinfonía, los conciertos para piano y para violín, los cuartetos de cuerda y la misma ópera –a pesar de que sólo compuso una: Fidelio-, tienen, en Beethoven, un antes y un después.
En materia de música religiosa, Beethoven compuso solamente dos misas y un oratorio a pesar de ser un hombre creyente y de una gran experiencia de Dios, aunque no muy ortodoxo ni apegado a los parámetros religiosos de su época. El oratorio Jesús en el Monte de los Olivos, fue estrenado el 5 de abril de 1803; está escrito sobre un texto de Franz Huber que recrea el pasaje evangélico previo a la aprehensión de Jesús; de hecho, bien pudiera ser una obra representada escénicamente. Es un hecho que Beethoven no buscó apegarse a los cánones de los grandes oratorios del pasado, ya que la obra se mantiene más cercana a la ópera, pero aquí radica precisamente su valor: que es un acercamiento muy humano y dramático a la figura de Jesucristo, el cual es representado por un tenor.
Stabat Mater, de Antonin Dvorak (1841-1904). La región de Bohemia, en lo que ahora es la República Checa, fue famosa por su nacionalismo, resultado de la respuesta cultural de los habitantes de esa región a los embates foráneos, tanto políticos como culturales. La música no fue la excepción y preclaros pilares de ello fueron Smetana y Dvorak. Este último compositor, famoso por sus bellas sinfonías donde sobresale la novena “Desde el Nuevo Mundo”, fue un fiel observante de la fe católica, por lo que se explica la gran cantidad de composiciones religiosas que salieron de su inspiración, la más conocida de todas es el Stabat Mater, compuesto entre 1875 y 1877, tiempo en el que fueron muriendo cada uno de sus tres de sus pequeños hijos, Josefa, Ruzena y Otík a causa de diversas enfermedades, lo que hace de esta composición una obra profundamente inspirada en el dolor, pero también en la esperanza que da la fe. En cuanto a su forma, se acerca más a la cantata sinfónica, además de que, en medio de un lenguaje de atmósfera religiosa, se perciben algunos rasgos folklóricos propios de la región de Bohemia.
Christus am Ölberge, Op 85 Beethoven, Ludwig van https://www.youtube.com/watch?v=oYdxxw3RZsg
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