Roberta Barbi – Ciudad del Vaticano
Buen Pastor, diligente ministro de Dios, precursor de los derechos del hombre: son muchos los rostros del "fecundo ministerio sacerdotal centrado en la oración, el trabajo apostólico, el sufrimiento hasta la donación total de sí mismo" del padre Donizetti Tavares de Lima, que el Cardenal Angelo Becciu destaca en la homilía de la ceremonia de beatificación que se celebra en Tambaú, Brasil, donde el sacerdote fue párroco de San Antonio desde 1926 hasta su muerte, en 1961.
La atención a los problemas familiares
Es el amor hacia Dios y hacia el prójimo que guían las acciones de Donizetti, siempre dedicado a los problemas de la familia: "Trató de proveer en todos los casos de pobreza con medicinas, alimentos y ropa; construyó un hospicio para los necesitados, un asilo para enfermos de tuberculosis y una tienda de comestibles a bajo costo", refiere el cardenal, "inició a los jóvenes en el estudio, educando a los que no podían asistir a las escuelas públicas debido a la pobreza de sus familias". Eran los problemas de su gente, que consideraba su familia, sin mirar el color de la piel, la cultura, la fe: "Nadie fue excluido de su atención", señala. Y añade: "Fue un pionero de los derechos humanos contra la desenfrenada carrera impuesta por los intereses económicos, siempre en defensa de la justicia social, defendió a los pobres, a los enfermos y a los trabajadores y denunció sin temor los abusos e irregularidades que se estaban produciendo en la sociedad, intentado al mismo tiempo llegar a un acuerdo entre las partes en conflicto. Predicó abiertamente en defensa de los pobres, así como para la abolición de la esclavitud y la promoción humana y cristiana de los marginados.
La oración como fuente inagotable de energía
Una vasta y extraordinaria misión como la del padre Donizetti tiene un secreto: la oración. "Alimentó una devoción filial a la Virgen, venerada como Nuestra Señora Aparecida", continúa el cardenal, subrayando que esta veneración está muy extendida entre los fieles brasileños. "La esperanza en el premio eterno estaba tan arraigada en su alma que estaba dispuesto a afrontar las pruebas cotidianas con calma, serenidad y abandono a la voluntad divina – afirma el cardenal Becciu – una figura sacerdotal ejemplar, completa desde el punto de vista humano, espiritual y social, que se distinguía por vivir plenamente el Evangelio". Se consideraba el último de los sacerdotes, Don Donizetti, viviendo con coherencia y determinación la doctrina social de la Iglesia y constituye "un estímulo para que nosotros, pastores de almas, dediquemos toda nuestra vida al ministerio, es un modelo de discernimiento vocacional que nos impulsa a ser luz y sal de la tierra".
Ejemplo de un "Evangelio vivo" para religiosos y laicos
El testimonio integral de Donizetti como hombre cristiano, "discípulo de Jesús en constante camino", tiene un gran valor para los religiosos y los laicos. "Se trata de comprometerse con valentía en los diversos ámbitos culturales, sociales y políticos, poniendo en práctica la doctrina social de la Iglesia y llevando el mensaje vivificador del Evangelio con una actitud proactiva y en una perspectiva de colaboración y diálogo abierta a las diversas instancias". Un ejemplo, pues, de un "Evangelio vivo", totalmente dedicado al servicio de Dios: esto podrán ser los sacerdotes si "a ejemplo de Don Donizetti encuentran cada día en la oración la fuente de su ser sacerdotal". Pero la beatificación de Donizetti, según el cardenal, puede ser también para los laicos "una ocasión fecunda de renovación espiritual y de impulso misionero, especialmente para esta comunidad diocesana". "Familias y jóvenes, estáis invitados a mirar con simpatía al nuevo Beato en un momento de pérdida de los verdaderos valores -concluye-, mirándolo, haced vuestro su claro testimonio de fe con la coherencia de las opciones de vida inspiradas por el Evangelio".
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