Nagasaki. Misa del Papa: “Se sigue sufriendo en esta III guerra mundial a pedazos”

Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano

El Papa Francisco sigue en Japón. Este domingo 24 de noviembre, último domingo del año litúrgico y día en el que se celebra la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, el Pontífice se ha desplazado hasta Nagasaki para celebrar en el Estadio de Béisbol la Santa Misa junto a los fieles que lo esperaban.

Durante su homilía, Francisco ha comentado el Evangelio propuesto por la liturgia del día en el que el ladrón, crucificado junto con Jesús, lo reconoció y lo proclamó rey. “Hoy aquí queremos renovar nuestra fe y nuestro compromiso; conocemos bien la historia de nuestras fallas, pecados y limitaciones, al igual que el buen ladrón, pero no queremos que eso sea lo que determine o defina nuestro presente y futuro” ha expresado el Papa y recordando que en el Calvario, muchas voces callaban, tantas otras se burlaban y tan sólo la del ladrón fue capaz de alzarse y defender al inocente sufriente. “Esto fue toda una valiente profesión de fe” ha señalado, explicando que “está en cada uno de nosotros la decisión de callar, burlar o profetizar”.

No perder la memoria. Nagasaki ha sufrido y sufre en la actualidad

El Papa también ha hablado de la historia de sufrimiento que arrastra Nagasaki, asegurando que lleva en su alma “una herida difícil de curar” y la cual es signo “del sufrimiento inexplicable de tantos inocentes”: “víctimas atropelladas por las guerras de ayer – dice – pero que siguen sufriendo hoy en esta tercera guerra mundial a pedazos”. En este sentido, el Papa pide no perder la memoria “de lo que significa cargar con el sufrimiento de tantos inocentes”;  tampoco caer “en la atmósfera comodona del grito fácil e indiferente del ‘sálvate a ti mismo’”, pues – añade – “estas tierras experimentaron, como pocas, la capacidad destructora a la que puede llegar el ser humano”.

Ante este recordatorio, el Papa ha exhortado a los fieles presentes a alzar sus voces en una plegaria común por todos aquellos que hoy están sufriendo en su carne este pecado “que clama al cielo”, y “para que cada vez sean más los que, como el buen ladrón, sean capaces de no callar ni burlarse, sino con su voz profetizar un reino de verdad y justicia, de santidad y gracia, de amor y de paz”.

El ejemplo de los mártires nos ayuda a caminar

El Papa también ha citado el ejemplo de los miles de mártires que han marcado el patrimonio espiritual en el país, como San Pablo Miki y sus compañeros y cuyos pasos – ha dicho – debemos caminar para “profesar con valentía que el amor dado, entregado y celebrado por Cristo en la cruz, es capaz de vencer sobre todo tipo de odio, egoísmo, burla o evasión”.

Por último ha asegurado que nuestra fe es “en el Dios de los Vivientes”, pues “Cristo – ha subrayado – está vivo y actúa en medio nuestro, conduciéndonos a todos hacia la plenitud de vida”. Momento en el que ha explicado que si nuestra misión como discípulos misioneros es la de ser testigos y heraldos de lo que vendrá, “no podemos resignarnos ante el mal y los males”, sino que “nos impulsa a ser levadura de su Reino dondequiera que estemos: familia, trabajo, sociedad”. “El Reino de los cielos es nuestra meta común” ha concluido, “una meta que no puede ser sólo para el mañana, sino que la imploramos y la comenzamos a vivir hoy, al lado de la indiferencia que rodea y silencia tantas veces a nuestros enfermos y discapacitados, a los ancianos y abandonados, a los refugiados y trabajadores extranjeros”.

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