El Centro Madre Antonia realiza su concurso de Catrinas

Las participantes comenzaron su caracterización y maquillaje desde temprano. Las ayudaron sus hijos y miembros de la institución, todo para quedar listas y presentar los disfraces que ellas mismas crearon para  el cuarto concurso de Catrinas del Centro Madre Antonia, en La Merced. 

La vida es un carnaval de Celia Cruz sonó de forma constante en las bocinas, incluso una de las participantes la cantó durante el concurso, así fue como las beneficiarias celebraron la vida. 

Una a una mostraron en la pasarela sus trajes, todos hechos con material desechable -envolturas de comida, botellas de PET y periódico-. A las ganadoras las eligió un jurado compuesto por miembros del Museo de San Carlos, Fundación Resuelve tu deuda y Sertull. 

Los jueces calificaron su maquillaje, vestuario, desenvolvimiento y respuestas en una pequeña entrevista. 

El jurado. Foto: DLF

“A mí se me ocurrió recoger botellas, perforarlas y colocarlas en la falda. Todo el traje me llevó como un mes hacerlo”, comentó Fabiola, ganadora del tercer lugar, cuyo disfraz incluía calaveritas cortadas del mismo PET. 

Rocío tomó bolsas de plástico transparentes que acomodó como moños en la parte trasera de su vestido; Liliana, hojas de tamal; Susana, hojas de árbol para colocarlas en su falda.

Reina -el segundo lugar- se fabricó un vistoso sombrero con rollitos de periódico y usó una bolsa de plástico como falda, sobre la que pegó papel a modo de que pareciera cempasúchil, pero fue Rosita quien ganó en la deliberación de los jueces con su vestido y paraguas hecho de envolturas de papitas y galletas perfectamente dobladas.  

Reina obtuvo el segundo lugar. Foto: DLF

Motivarlas 

El concurso inició como una forma de incentivar la creatividad de las participantes, animarlas y acercarlas a la tradición del Día de Muertos. 

“promovemos mucho su creatividad, porque a veces sienten que no la tienen y la realidad es que son super creativas”, explica Adriana López, que lleva año y medio como trabajadora social en el Centro. 

“Todo el material lo consiguen ellas”.

Los regalos los puso el mismo Centro y algunas de las instituciones participantes del jurado. El primer lugar se llevó una televisión, el segundo un horno de microondas y el tercero una vajilla. 

Foto: DLF

El trabajo de Adriana consiste en labores dentro del Centro y en abordaje, es decir, en salir a la calle a establecer un vínculo de confianza, respeto y empatía con las mujeres en situación de prostitución de La Merced. 

“Nos acercamos a ellas desde una mirada humana, por lo regular no hablan con sus familias, incluso a veces no están en comunicación con sus compañeras. Hay chicas que se prestan muy fácilmente a hablar, pero hay otras, sobre todo las que están con proxeneta, a las que no les permiten platicar con nosotras”. 

Un paso difícil 

El Centro Madre Antonia es una institución que surgió en 1989 cuando las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor se acercaron a la zona de la Merced, conocida por ser uno de los principales centros de prostitución en la Ciudad de México. 

Siendo su carisma el de acompañar a las mujeres en situación de prostitución, establecieron contacto con los Misioneros Redencionistas, quienes les dieron el espacio adjunto a la Iglesia de la Santísima Trinidad, el local de Margil 15-A, que era el antiguo teatro de la Iglesia. 

De acuerdo con información del sitio oficial del Centro Madre Antonia, cuando las hermanas iniciaron la labor de calle, las muchachas les hablaron sobre la necesidad de una guardería para sus hijos, así inició la Estancia Infantil Nueva Vida.

Luego iniciaron los talleres, los primeros fueron de chocolatería y repostería, dirigidos a mujeres que tenían el deseo de aprender un oficio para vivir de otra manera. 

Actualmente en el Centro hay asesorías legales, médicas, talleres de bisutería, belleza y cocina. Así como servicio de comedor, “algunas vienen, toman un café y platican, eso les ayuda mucho para desahogarse, para comentar lo que muchas veces no pueden contarle a su familia”, explica Adriana. 

Este viernes, una ofrenda adorna el lugar, tiene las fotos de varias beneficiarias que ya fallecieron. “De una se realizó su funeral aquí”, explica la hermana Aurea Rendón, directora del Centro. 

En la ofrenda también están las fotos de los fundadores de la Orden Religiosa: José María Benito Serra y Antonia María de la Misericordia. 

La ofrenda. Foto: DLF

La ganadora

Rosita recogió su cabello en un chongo lo que hizo que su maquillaje luciera más. Se desenvolvió con seguridad en el escenario y posó constantemente para las fotos. 

Cuando llegó el turno de hablarle a los jueces sobre su traje, comentó que la base era de crinolina, cubierta de una bolsa de plástico y encima envolturas que colocó por el lado metálico. 

La hermana Aurea Rendón, directora del Centro, junto a Rosita, la ganadora del concurso. Foto: DLF

Desde niña fue beneficiaria de la estancia infantil. Ahora en este sitio, alejada un poco de la música y la celebración habla sobre su experiencia.  

“En cierta forma no es que me enorgullezca, pero no me avergüenza la prostitución, me acostumbré a esta vida, nací aquí entre la Merced y el Zócalo, mi abuelita se dedicaba al sexoservicio, mi madre y mis primas también. Por desgracia me dedique a esto porque mis familiares murieron”. 

2013 fue un año muy difícil para ella. Todo comenzó con el secuestro y asesinato de su hermano. Después ocurrió el de uno de sus primos y de su pareja. Posteriormente fue su mamá quien falleció “era diabética, le agarró la depresión y dejó de cuidarse”.

Fue entonces cuando se encontró sola y con 5 hijos, el mayor de 17 y la menor de 9 años.

“A pesar de conocer del comercio, no me dio ánimo de hacer nada y pues las necesidades de la casa y del hogar me orillaron a acercarme a esto. Como todas las señoras me conocen, no tuve problema en integrarme al trabajo”. 

A la par se acercó mucho más al Centro Madre Antonia, donde asegura que es muy agradable estar, incluso sólo para compartir un café con las demás, “lo que más me ha gustado es que las hermanas me metieron a estudiar. Acabe la secundaria por fin, ellas me llevaron al INEA y he estado estudiando la preparatoria. Tengo un diploma en telemarketing y ahora sé computación”. 

Si bien la finalidad del Centro es acompañar a las mujeres en situación de prostitución en su camino, se imparten talleres con el objetivo de que las beneficiarias tengan opciones si quieren un cambio de vida. 

– ¿Qué es lo que más anhelas? , le pregunto. 

“Un trabajo estable y tener mi propia casa, yo le tiro a lo grande”. 

Puedes leer: Día de muertos: ¿qué dice la Iglesia Católica?


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