El Papa a los obispos de Japón: protejan toda vida y anuncien el Evangelio

Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano

El sábado 23 de noviembre, tras haber aterrizado en Tokio, el Papa Francisco tuvo el primer encuentro de su viaje apostólico en Japón con los obispos del país.

Tras expresar su alegría por “el don de esta visita” y agradecer de modo especial al Arzobispo Takami por sus palabras de bienvenida en nombre de toda la comunidad católica del país, el Santo Padre saludó a todos los presentes “extendiendo su abrazo y sus oraciones” a todos los japoneses en este período marcado por “la entronización del nuevo Emperador y el inicio de la era Reiwa”.

Simpatía y cariño del Papa por Japón desde su juventud

En su discurso el Pontífice compartió su particular “impulso misionero” que desde joven le despertó simpatía y cariño por estas tierras.

“Hoy, el Señor me regala la oportunidad de estar entre ustedes como peregrino misionero tras los pasos de grandes testigos de la fe”, dijo el Papa celebrando los 470 años de la llegada de san Francisco Javier al Japón, misionero jesuita discípulo de San Ignacio de Loyola que marcó el comienzo de la difusión del cristianismo en esta tierra.

Tierra de cristianos mártires y perseguidos

“En memoria suya me uno a todos para dar gracias al Señor por todos aquellos que, a lo largo de los siglos, se dedicaron a sembrar el Evangelio y a servir al pueblo japonés con gran unción y amor”, añadió destacando que esta entrega dio “un rostro muy particular a la Iglesia nipona”.

“Una entrega para mantener viva la fe”- aseveró Francisco- que para muchos supuso incluso dar la propia vida, como ocurrió con los mártires san Pablo Miki y sus compañeros, así como con el beato Justo Takayama Ukon, “que en medio de tantas pruebas dio testimonio hasta su muerte”.

"Cristianos ocultos" que mantuvieron la fe

Persecuciones que indudablemente ayudaron a la pequeña comunidad cristiana a crecer, consolidarse y dar fruto.

«Pensemos en los “cristianos ocultos”, de la región de Nagasaki, que mantuvieron la fe por generaciones a través del bautismo, la oración y la catequesis; auténticas Iglesias domésticas que resplandecían en esta tierra, quizás sin saberlo, como espejo de la familia de Nazaret», expresó el Papa.

En este sentido, el Sucesor de Pedro, aseguró a los obispos que "el ADN" de sus comunidades está marcado por “este testimonio, antídoto contra toda desesperanza, que nos señala el camino hacia donde poner la mirada”, ya que "son una Iglesia viva, que se ha mantenido pronunciando el Nombre del Señor y contemplando cómo Él los guiaba en medio de la persecución”.

Proteger toda vida

En alusión al tema de este viaje, que cobra un significado aún más profundo en un país donde está permitida la pena de muerte, el Santo Padre recordó que “Proteger toda vida”, significa, en primer lugar, “tener una mirada contemplativa capaz de amar la vida de todo el pueblo que nos fue confiado, para reconocer en él ante todo un don del Señor”.

Y junto al deber de "Proteger toda vida", Francisco destacó otra misión urgente, la de “anunciar el Evangelio”, que “no son dos cosas separadas ni contrapuestas-dijo- sino dos cosas que se reclaman y se necesitan”.

Iglesia pequeña pero comprometida con el Evangelio

Algo que no siempre es fácil ya que en Japón la Iglesia es pequeña y los católicos son una minoría. Sin embago, tal como puntualizó el Sucesor de Pedro, "esto no debe restarle valor a vuestro compromiso con una evangelización ya que en vuestra situación particular, la palabra más fuerte y clara que pueden brindar es la de un testimonio humilde, cotidiano y de diálogo con otras tradiciones religiosas”.

De esta manera, el Obispo de Roma alentó a los mitrados japoneses a seguir adelante en sus esfuerzos “para garantizar que la comunidad católica en Japón ofrezca un testimonio claro del Evangelio en medio de toda la sociedad”.

Suicidios, bullying y alienación espiritual

Y sin olvidar los flagelos que atentan contra la vida de algunas personas de las comunidades de Japón, “como el aumento del número de suicidios, el fenómeno del bullying y las distintas formas de autoexigencia que crean alienación espiritual”, el Papa exhortó a los pastores de la Iglesia "a prestar atención a las personas y a sus necesidades", especialmente a los jóvenes, buscando priorizar espacios «donde la cultura de la eficacia, el rendimiento y el éxito se vea visitada por la cultura de un amor gratuito y desinteresado capaz de brindar a todos, y no sólo a los que “llegaron”, posibilidades de una vida feliz y lograda».

Involucrar a las familias en la misión

Siendo consciente de que “la mies es mucha y los obreros pocos”, el Papa alentó finalmente a los obispos "a buscar, desarrollar y fomentar una misión capaz de involucrar a las familias" y a promover una formación que logre alcanzar a las personas "allí donde estas se encuentren, asumiendo siempre la realidad que los rodea".

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