Con la imposición de la ceniza, expresamos nuestra decisión de volver el corazón a Dios y a los hermanos. Así comienza el tiempo de la cuaresma, cuarenta días de preparación para celebrar el misterio central de nuestra fe: la muerte y resurrección de Jesucristo en la semana santa.
La Iglesia nos propone tres caminos para este tiempo de conversión de la cuaresma:
1º. Intensificar nuestra oración para hablar con Dios que nos ama.
2º. Sacrificar nuestros sentidos corporales, por ejemplo, en la comida y en la bebida, para estar mejor dispuestos a recibir la gracia de la conversión y otras gracias que Dios nos tiene preparadas, por ejemplo, la reconciliación con una persona, la amistad de otra, la unidad familiar, etc.
En este sentido, las personas sanas están invitadas a ayunar el miércoles de ceniza y el viernes santo y a privarse de algunos alimentos sobre todo los viernes de cuaresma, para compartir con otros hermanos más necesitados. Los ancianos, enfermos, niños y mujeres embarazadas basta que vivan con alegría los sufrimientos propios de su condición.
3º. Practicar la caridad, es decir compartir lo que somos y tenemos con las personas más pobres y necesitadas: ropa, comida, medicina, dinero, pero también tiempo, escucha, cercanía, palabras de cariño y estímulo, etc.
De esta manera, estaremos preparados para morir con Cristo al egoísmo y al pecado, para resucitar con él a una vida nueva, y ser mujeres y hombres que colaboren en mejorar la familia, las instituciones y nuestra sociedad.
Su servidor en Cristo Jesús…
+Mons. Francisco Moreno Barrón
Arzobispo de Tijuana
Tijuana, B. C. 26 de febrero de 2020
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