Desconectan respirador de bebé tras controversial decisión médica en Reino Unido

Manchester, 27 Feb. 20 (ACI Prensa).- A pesar del reclamo de sus padres, que aseguran que muestra “signos de vida”, un bebé de cuatro meses que sufrió daños cerebrales graves fue declarado legalmente muerto y se le retiró el respirador en el Reino Unido.

Midrar Ali fue desconectado recientemente de su respirador, después de que los jueces acordaran con los médicos del St Mary's Hospital (Manchester) que el tronco cerebral del niño estaba muerto. Sin embargo, el criterio utilizado en el caso del Reino Unido es controversial y la “muerte del tronco encefálico” no se acepta para un diagnóstico de muerte en muchas partes del mundo.

Un bioético católico indica que el caso de Ali merece un juicio médico y ético cuidadoso, y advierte que el Reino Unido ha adoptado un enfoque “cuestionable” para definir la muerte y la atención médica adecuada para los daños cerebrales graves.

“La muerte del tronco encefálico no necesariamente equivale a la muerte”, dijo el 26 de febrero a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– el P. Tadeusz Pacholczyk, PhD, bioético y director de educación en el National Catholic Bioethics Center (Centro Católico Nacional de Bioética).

“Gran Bretaña ha adoptado un enfoque poco ortodoxo y cuestionable mediante el cual intentan clasificar a alguien con daño irreversible del tronco cerebral como ‘muerto’, incluso cuando otros centros superiores del cerebro manifiestan que existe funcionalidad integradora”, replicó.

Luego, agregó que “la profesión médica fuera de Gran Bretaña no comparte ampliamente esta perspectiva, y ciertamente la profesión médica en los Estados Unidos tampoco”, dijo el P. Pacholczyk, que tiene un doctorado en neurociencia de la Universidad de Yale.

En septiembre de 2019, el recién nacido Midrar Ali sufrió un daño cerebral severo durante el parto, cuando las complicaciones relacionadas con su cordón umbilical le privaron de oxígeno. Fue tratado en el Hospital St. Mary's en Manchester.

La BBC informó el 26 de febrero que el niño fue desconectado de su respirador. Su padre pidió una investigación judicial y forense, informa BBC News.

El 14 de febrero, un tribunal de apelaciones rechazó la apelación legal de los padres del niño, Karwan Ali, de 35 años, y Shokhan Namiq, de 28 años. El tribunal se puso del lado de un juez de la Corte Superior que en enero de 2020 dictaminó que el bebé Midrar tuvo una “muerte del tronco encefálico”. Esto significaba que los médicos podían retirar el tratamiento.

Los jueces declararon que desde la perspectiva del tribunal, Midrar Ali había muerto el 1 de octubre, 14 días después de su nacimiento. El padre del niño dijo que el juicio fue “terrible”.

“No pueden estar 100% seguros de que esté muerto. El sigue creciendo. Sus ojos se mueven. Los he visto moverse”, dijo el padre según el periódico británico The Guardian.

En diciembre, Ali dijo que el hospital no había logrado convencer a la familia de su posición. “Tenemos evidencia de que él responde”, afirmó.

“Ningún médico, ningún biólogo puede mantener viva a una persona muerta durante tres meses. Soy biólogo, lo sé. El cuerpo no funciona sin el cerebro”, dijo Ali, según BBC News.

El P. Pacholczyk dijo que “en la medida en que estas observaciones son una manifestación del funcionamiento coordinado de la parte superior del cerebro, el niño no puede ser declarado ‘muerto’ o ‘fallecido’”.

En enero, la jueza de la Corte Suprema, Nathalie Lieven, dictaminó que los padres del niño no tenían un caso discutible y que los médicos podían dejar de usar la respiración mecánica.

Sir Andrew McFarlane, el juez de mayor rango de la Corte de Familia en Inglaterra y Gales, dijo que Midrar ya no tenía un cerebro reconocible y que no había otra conclusión a la que llegar más que retirar el soporte vital.

“La evidencia objetiva y médica previa era más que suficiente para justificar los hallazgos”, dijo McFarlane.

La Fundación del Servicio Nacional de Salud de la Universidad de Manchester dijo que los órganos del niño se estaban deteriorando. Nunca había respirado independientemente. La fundación dijo que continuar con el tratamiento no era digno y dijo que se le debe permitir al niño una “muerte amable y digna”.

Los abogados de la fundación dijeron que tres pruebas confirmaron la muerte del tronco encefálico.

El P. Pacholczyk señaló que el enfoque diagnóstico del Reino Unido en la muerte del tronco encefálico difiere de otros estándares médicos en todo el mundo. Dijo que “la muerte cerebral, entendida como la pérdida completa e irreversible de todas las funciones neurológicas integradas (incluida la función del tronco encefálico) es una forma confiable de que los profesionales médicos puedan determinar que un paciente ha muerto”.

El propio abogado de los padres ha señalado que el diagnóstico de muerte en los Estados Unidos, Canadá, Australia y otros lugares se basa en “muerte cerebral total” y no en “muerte del tronco encefálico”.

El fallo del tribunal de apelaciones del 14 de febrero citó el testimonio de un médico que dijo que el punto clave sobre los criterios de diagnóstico del Reino Unido es que “ningún paciente ha recuperado la conciencia o el conocimiento después de la muerte del tronco encefálico” y que cuando el tronco encefálico muere es “imposible para que un paciente respire sin ayuda”.

El P. Pacholczyk reflexionó sobre los estándares de atención en tales casos.

“Las personas con daños cerebrales merecen el pleno respeto y participan plenamente de la dignidad humana, igual que las personas cuyos cerebros no están dañados. Se merecen recibir tratamientos razonables ('proporcionales') tanto como cualquier otra persona”, comentó.

Al mismo tiempo, debe “evaluarse cuidadosamente” si ciertas intervenciones fueron “extraordinarias” en el caso de Midrar. La ética católica no exige atención médica extraordinaria.

“La cuestión de si finalmente lo hará, o tal vez ya se ha estabilizado en su condición, de modo que solo se requerirán tratamientos adicionales menores más allá del respirador, también será importante evaluar cuidadosamente”, dijo el P. Pacholyczyk antes de la noticia de que el respirador del niño fuera desconectado.

El especialista también cuestionó el enfoque declarado del hospital en mantener la “dignidad” del niño. El hospital “parece estar usando un lenguaje discriminatorio y crítico cuando declara que continuar tratando a Midrar es ‘indigno’”.

“El primer papel de un hospital no es negociar en ‘evaluaciones de dignidad’ sobre la vida de un paciente en particular, ni tratar de emitir juicios subjetivos sobre la ‘calidad de vida’ de alguien, sino brindar atención a los pacientes y ayudar a facilitar diálogo productivo entre familiares, profesionales médicos y otros para que se puedan ofrecer intervenciones razonables a los pacientes”, dijo el P. Pacholczyk a CNA.

El pensamiento católico sobre la atención al final de la vida y el diagnóstico médico de la muerte se resume en el documento “Brain Death” (Muerte Cerebral) del Centro Nacional de Bioética Católica de febrero de 2015.

En un discurso del 29 de agosto de 2000 al Congreso Internacional de la Sociedad de Trasplantes, el Papa San Juan Pablo II declaró que la “cesación total e irreversible de toda actividad cerebral” (en el cerebro, el cerebelo y el tronco encefálico), “si se aplica escrupulosamente, no parece en conflicto con los elementos esenciales de una correcta concepción antropológica”.

Por lo tanto, estos criterios pueden usarse para llegar a la certeza moral de que ha ocurrido la muerte, dijo el Papa.

Esta certeza moral se considera “la base necesaria y suficiente para un curso de acción éticamente correcto”, dijo el resumen del centro de bioética.

El centro católico de bioética señaló que determinar la muerte por estos criterios neurológicos generalmente implica pruebas de cabecera para evaluar la ausencia de respuesta o reflejos, pruebas de apnea para evaluar la ausencia de la capacidad de respirar y “posibles pruebas confirmatorias para evaluar aún más la ausencia de actividad cerebral (por ejemplo, un electroencefalograma) o la ausencia de flujo sanguíneo al cerebro”.

Del mismo modo, las directivas éticas y religiosas de los obispos de los Estados Unidos para los servicios de atención médica católicos indican que “la determinación de la muerte debe ser realizada por el médico o la autoridad médica competente de acuerdo con criterios científicos responsables y comúnmente aceptados”.

En una declaración de 2008 sobre la muerte cerebral, la Academia Pontificia de Ciencias declaró que “la muerte cerebral... ‘es muerte’”, y que existe una “distinción fundamental entre la muerte cerebral y los otros tipos de disfunción cerebral severa con alteración de la conciencia (por ejemplo, el coma, el estado vegetativo y el estado mínimamente consciente)”.

“Si no se reúnen los criterios de muerte cerebral, no se cruzó la barrera que divide la vida de la muerte, por severa e irreversible que sea la lesión cerebral”, agregó la academia.

La Academia Pontificia de Ciencias dijo que después de la muerte cerebral “no es la persona sino el respirador lo que mantiene artificialmente la apariencia de vitalidad del cuerpo”.

“Por lo tanto, en estado de muerte cerebral, la llamada vida de las partes del cuerpo es ‘vida artificial’, no vida natural. Un instrumento artificial se convierte en la causa principal de dicha ‘vida’ no natural. De este modo, la muerte se disfraza o se enmascara a través del uso de un instrumento artificial”, añade.

Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.

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