Lamentan muerte de obispo por COVID-19 a los 67 años

, 26 Jul. 21 (ACI Prensa).- El Obispo de Pathein (Myanmar), Mons. John Hsane Hgyi, que dedicó su vida a cuidar a su pueblo y “nunca escatimó fuerzas para aliviar el dolor de la gente”, falleció tras padecer COVID-19, en medio de una profunda crisis sanitaria en el país a causa de la variante Delta del letal virus.

En un reciente comunicado, la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) informó que Mons. Hsane falleció el jueves 22 de julio en su casa en Pathein a los 67 años, a causa del COVID-19. Además, expresó su “profundo dolor” por la partida del Prelado que “dedicó su vida a cuidar y preocuparse por la gente de su diócesis”.

Mons. Hsane nació en 1953 en Myanmar y durante casi 18 años lideró la diócesis católica de Pathein, ubicada en la región delta del país, que está habitada mayoritariamente por la etnia “kayin” (White Karens) que comprende unos 5,6 millones de habitantes.

El Prelado partió a la Casa del Padre en medio de una grave crisis sanitaria en Myanmar, pues el país está sufriendo la tercera ola del COVID-19, que incluye la amenaza de la variante Delta del letal virus.

El 19 de julio, Día de los Mártires, el Cardenal Charles Maung Bo, presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar, dijo que “el COVID está librando una guerra contra nuestra gente con una ferocidad desconocida para nuestro pueblo”.

“Miles de personas están infectadas, cientos están enterradas sin lloros, ni cantos fúnebres, enterradas apresuradamente en cementerios abarrotados.  Día y noche, nuestra gente espera oxígeno en las calles atestadas”, agregó.

En Myanmar se dio un incremento exponencial de personas contagiadas con COVID-19 en el último mes. En la quincena de junio la curva de personas infectadas tendió al alza con 210 casos diarios en un promedio de 7 días, y se disparó a 5.715 casos diarios en los últimos siete días hasta el 25 de julio. Actualmente hay 270 mil infectados y 7.111 fallecidos por COVID-19.

“Según informan los medios de comunicación locales, los hospitales no funcionan correctamente. Las noticias y las fotos muestran a personas que mueren en sus casas y en las ambulancias, sin un tratamiento adecuado. La pandemia está fuera de control, sembrando el miedo y la ansiedad entre la población”, dijo la fundación pontificia.

El país también afronta las consecuencias del golpe de Estado del 1 de febrero de 2021, que derrocó al gobierno de Aung San Suu Kyi. Desde entonces, se produce una ola de represión por parte de los militares contra los manifestantes que piden democracia. Al respecto, el Cardenal Bo llamó a la reconciliación y la paz con la meta de resolver la crisis sanitaria.

"Myanmar ha vertido demasiadas lágrimas últimamente. Por favor, detengan todos los conflictos. La única guerra que debemos librar es contra el invisible virus letal, que ha demostrado ser invencible incluso para las superpotencias del mundo”, dijo.

“¿Podemos permitirnos ahora la guerra, los conflictos y los desplazamientos? Es hora de reunir un ejército de voluntarios, armados con botiquines, para llegar a nuestro pueblo que tanto sufre”, agregó.

En Myanmar solo el 8% de habitantes son cristianos, pues la gran mayoría de la población profesa la fe budista. La fundación pontificia ACN ha atendido las necesidades de la iglesia local durante muchos años, incluida la situación de la pandemia. A finales de 2020, durante la segunda ola del COVID-19 en Myanmar, ACN brindó ayuda de emergencia a sacerdotes, religiosos, catequistas y familias en situación de extrema necesidad.

El presidente ejecutivo de ACN, Thomas Heine-Geldern, dijo que “los cristianos de Myanmar necesitan, además de nuestra ayuda concreta, la oración”. “Tenemos que aumentar nuestras oraciones por este país, que está sufriendo un calvario, para que se unan como una sola nación contra la pandemia”, señaló.

Además, destacó la labor que realizó Mons. Hsane en la diócesis, y pidió rezar a Dios por su alma. “Roguemos al Señor por el descanso del alma del obispo John Hsane Hgyi, que vivió con y para su pueblo. Nunca escatimó fuerzas para aliviar el dolor de la gente”.

“Recemos por todos nuestros hermanos y hermanas, pero especialmente por los obispos, los religiosos y los catequistas, todos ellos muy comprometidos en llevar la curación espiritual a Myanmar”, concluyó.

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