En un artículo titulado “En los umbrales del Más allá”, el P. Hayen Cuarón señaló que “duele ver que uno de nuestros seres queridos empieza a perder los rasgos de su personalidad que tanto hemos amado, como son su simpatía, servicio, buen humor, amabilidad, conocimientos, diálogo y muchos otros que la hacen ser una persona única en el mundo”.
“Podemos, incluso, llegar a creer que ya no se trata de la misma persona y que es otro ser diferente; ‘ya no es él’, suelen decir los familiares”, continuó.
El sacerdote mexicano subrayó que “encontrar personas disminuidas seriamente sus facultades físicas y mentales debe inspirarnos, como cristianos, un profundo respeto por la obra de Dios en ellas”.
“Mientras que para el mundo superficial la persona únicamente vale por su productividad o belleza, los cristianos que saben ver más allá de las apariencias, descubren en los enfermos terminales a hijos amadísimos de Dios con quienes el Señor quiere compartir su misma vida divina. Sus vidas son un bien precioso a las cuales el amor del Padre les da sentido y valor”.
¿Qué es la enfermedad de Alzheimer?
MedlinePlus, servicio informativo en línea de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, explica que “la enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia entre las personas mayores”.
“La demencia es un trastorno cerebral que afecta gravemente la capacidad de una persona de llevar a cabo sus actividades diarias”, añade.
Tras indicar que “el Alzheimer comienza lentamente. Primero afecta las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje”, MedlinePlus señala que “con el tiempo, los síntomas del Alzheimer empeoran” y “las personas pueden no reconocer a sus familiares”.
La enfermedad de Alzheimer, añade, “suele comenzar después de los 60 años. El riesgo aumenta a medida que la persona envejece”.
“Ningún tratamiento puede detener la enfermedad. Sin embargo, algunos fármacos pueden ayudar a impedir por un tiempo limitado que los síntomas empeoren”, explica.
“La persona sigue siendo la misma”
El P. Hayen Cuarón indicó en su artículo que “la persona humana es un ser físico y espiritual al mismo tiempo. Cuando aparece una enfermedad que afecta al cerebro, la parte espiritual de la persona, es decir, su inteligencia, puede verse afectada para expresarse”.
“Sabemos que el cerebro y la inteligencia no se identifican, no son la misma cosa. El espíritu es superior a la materia y no puede provenir de ella”, precisó.
“Por ser inmaterial y por ser capaz de producir pensamientos abstractos, la inteligencia o el alma espiritual del hombre es superior a su cerebro, aunque actúa en colaboración con este”, añadió.
El sacerdote remarcó que “si el cerebro enferma por un proceso natural o por un fuerte golpe, la persona sigue siendo la misma, –el alma espiritual continúa manteniendo vivas las funciones del cuerpo– aunque no pueda desplegar sus facultades mentales”.
El P. Hayen Cuarón señaló luego que “llegará el día, quizás, en que a nosotros nos lleven a donde no queramos, nos extiendan los brazos y nos vistan, según las palabras de Jesús a Pedro”.
“El tiempo habrá hecho su desgaste y entraremos a formar parte de ese grupo de ciegos, cojos, leprosos, sordos o tullidos que necesitarán silla de ruedas y oxígeno complementario”, dijo.
“En esas circunstancias nuestra vida conservará todo su valor, y en esa existencia disminuida también habremos de alegrarnos porque para esas personas vino el Mesías”, destacó.
Al finalizar su artículo, el sacerdote mexicano alentó a mantener “la fe firme en Jesucristo y cuando veamos nuestras vidas parecer abandonadas en la oscuridad de la noche, sepamos que Él vela amorosamente junto a nosotros”.
“Así esperaremos expectantes el día que se anuncia y que no tendrá fin”, concluyó.
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