Ayer, cuando aún estaba en Jerusalén, el Papa estuvo en la residencia del Presidente de Israel. Pero eso ya ha dejado de ser noticia.
Ahora ha llegado el momento de contar lo que pasó por allí mientras el Papa llegaba, quiénes eran los que les esperaban y como es su día a día, más allá de la emoción de poder compartir un rato de su mañana con uno de los líderes más importantes del mundo, invitado en casa del Presidente del estado en el que viven.
La vivencia de una visita papal en Jerusalén no tiene nada que ver con las visitas a las que estamos acostumbrados. En Jerusalén se definen con una palabra: seguridad. Nada puede ocurrirle al Papa en el estado judío y menos por una negligencia de seguridad.
Desde tempranas horas de la mañana se cortaron las zonas por las que iba a pasar el Santo Padre en su movida mañana en la ciudad. Todos en Jerusalén saben que, para bien o para mal, la visita del Papa significa lío en la ciudad.
Quienes llegan tarde tienen la excusa del Papa, que va acompañada por una sonrisa. ¿Irónica? No lo sé. Pero me parece que todos son conscientes de la importancia, más allá del simbolismo, que tiene esta visita. Y por ello, policía, ejército y demás fuerzas de seguridad se desplegaron para que la visita fuera lo más segura posible. Porque la seguridad es una de esas cosas que no se valoran hasta que se pierden. El miso Santo Padre habló de la importancia de respetar a la libertad y seguridad de todas las personas, creadas por Dios. El Papa ha señalado éste como el punto el partida común desde el cual pueden avanzar las relaciones entre nosotros.
La residencia del Presidente de Israel estaba vallada y repleta de policías y soldados que miraban con escepticismo a quienes nos aventurábamos a pasar por allí. La llegada fue tranquila, y también la espera.
La prensa sabe esperar, porque tiene cosas que hacer. No así los niños, estudiantes de todas partes de Israel, que habían salido de sus ciudades alrededor de las seis de la mañana para ser los afortunados que verían de cerca al Papa. Del colegio de San Elías y del Carmelo de Haifa, de San José de Nazareth, de Ort o del campus Bialik de Tel Aviv- Yafo, por citar sólo algunos, los alumnos llegaban sonrientes, conscientes de ser unos privilegiados y animados por los bocadillos que, a modo de segundo desayuno, recibieron al llegar.
Eva, del colegio San Elías de Haifa, me comentaba que, más que al Papa, ella hubiera querido hacerle una pregunta a Peres. Me contó que vive en un pueblo beduino, llamado Bismat Tivon, cercano a Haifa. Recientemente, han tenido muchos problemas de violencia por rencillas entre familias. Y sobre eso precisamente le hubiera gustado hablarle al presidente, preguntándole qué hacer y qué hace él al respecto.
La organización de “Niños por la Paz” también estuvo presente. Según lo que pude observar de mis conversaciones con los jóvenes, ellos eran los más conscientes, a nivel general, de la importancia de lo que estaban viviendo. La organización a la que pertenecen, según contaba Jiries, árabe católico, es un marco en el que desde los 12 a los 18 años se encuentran con otros chicos de su edad de diferentes religiones y razas, para hablar de los problemas con los que se encuentran en su vida cotidiana, desde historias familiares a temas políticos y controvertidos. Me explicaba que a medida que van creciendo, los temas se van volviendo más complicados. Además de dialogar entre ellos, también procuran tomar parte activa en el proceso de toma de decisiones, como ir al Parlamento a exponer sus ideas ante los parlamentarios, como hicieron el año pasado. Jiries afirmaba que a través de éstos encuentros ha podido crear verdaderas amistades con jóvenes a los que de otra manera no habría conocido. Ese encuentro que Peres, en su discurso, definía como la esencia de la paz. Orgulloso, añadía que la idea de formar parte de esta realidad había sido tan suya como de sus padres.
Y cómo no hablar del coro de niños vestidos de blanco que cantó para el honorable invitado, dándole la bienvenida con el Aleluya de Leonard Cohen. Un coro también representativo de la multiculturalidad del estado, así como su apertura a todos. Una forma gráfica de reforzar, al menos en ese momento, lo que los líderes enfatizarían en sus discursos. Las orgullosas madres de los “chicos del coro”, también presentes, no podían quitar los ojos de sus niños que eran, como no, lo más importante de ese momento. Pero no dudo de que, a pesar de la aparente desconexión de la realidad, todo lo que allí se dijo les dio mucho que pensar posteriormente.
Ahora, un pequeño detalle que puede mostrar lo atento que estaba el Papa: después del discurso de Peres, el Santo Padre se levantó para darle un abrazo. Al separarse, hizo gesto de tomar asiento, que rectificó inmediatamente cuando, en hebreo, el maestro de ceremonias le llamó para pronunciar su discurso. Sí, en hebreo. El Papa sabía perfectamente que le estaban llamando a él. Impresionante.
Además de los discursos propiamente, como cristiana que vive en el estado judío, el momento más emocionante para mí fue aquel en el que el Papa le dijo a Peres que rezaba por él, por las instituciones de Israel y el pueblo judío. Todo un modelo de conducta para los cristianos del mundo entero.
Mi amiga Janan y yo pudimos ir a ver al Papa en Belén en domingo porque nuestros jefes judíos nos dejaron cogernos un inesperado día libre del trabajo. No les costó ningún esfuerzo especial, porque también ellos entienden la importancia del Santo Padre, aunque sea “sólo” como el líder espiritual de la religión que saben que profesamos.
También me gustaría comentar la preciosa canción que, después de los discursos, cantaron al Papa: una canción en hebreo, en la que, entre otras cosas, hablaba de “Israel, tu pueblo”. ¿Qué mejor forma de acoger a un invitado?. Un invitado que, finalizada la parte formal, no puedo evitar girarse a saludar a los niños que le habían dado la bienvenida. Pues todavía hubo un detalle más, que, de hecho, fue anterior: !Ofrecerle mate! Un gesto que, como puede verse en la fotografía, agradó al Santo Padre.
Tampoco puedo dejar en el tintero el paso adelante que se dará el próximo seis de junio, fecha en la que, según la prensa israelí, tanto la autoridad palestina como la de Israel, aceptando la invitación del Papa Francisco, se reunirán en el Vaticano para rezar por la paz. Esperamos que sea más que rezar, por aquello de “a Dios rogando y con el mazo dando”.
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