El Papa se refirió a las familias cristianas fragmentadas a causa del empleo lejos de casa, o por la separación y el divorcio y exhortó a continuar ofreciéndoles ayuda y orientación así como a cuidar la preparación de las parejas para el matrimonio cristiano, y a sostener asiduamente a las familias con los sacramentos, sobre todo con la Confesión, el Sacramento de la Misericordia.
“Les doy las gracias por sus esfuerzos en la promoción de una vida familiar sana frente a las concepciones distorsionadas que surgen en la sociedad contemporánea. La familia es el mejor entorno para aprender y practicar la cultura del perdón, la paz y la reconciliación”.
“De las familias sanas –continuó– vendrán numerosos vocaciones sacerdotales, porque en ellas los hombres han aprendido a amar en la medida en que han sido amados incondicionalmente... han aprendido el respeto y la justicia. El papel de la autoridad expresado por los padres y la atención por los demás''.
En el discurso el Santo Padre recuerda la tarea y los sacrificios de muchos misioneros y afirma que en ambas naciones también son reconocidas las numerosas escuelas, clínicas y hospitales, ''construidos con el amor y la fidelidad de los materiales del suelo de Namibia y de las montañas de Lesoto'', por lo que animó a los obispos a ''seguir apoyando y nutriendo estas grandes bendiciones, incluso cuando escasean los recursos porque el Señor promete que no dejará de bendecirnos''.
El Santo Padre dijo a los obispos: “sé que sus comunidades se enfrentan a diario con muchos desafíos, y estoy seguro de que esto pesa en sus corazones. Fortalecerlos en el amor para superar el egoísmo en la vida pública o privada; sean generosos a la hora de llevar la ternura de Cristo allí donde se dan amenazas a la vida humana, desde el seno materno hasta la vejez”
“Pienso especialmente en los que sufren a causa del VIH o el SIDA. Por su entrega a ellos, no sólo los ganarán para la causa de Cristo, sino que los convertirán en protagonistas de una sociedad africana renovada’”.
El Pontífice resaltó luego que “en una época de disminución de las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa -nota el Papa- es importante hablar abiertamente de la experiencia gratificante y alegre de ofrecer la propia vida a Cristo”.
“Cuando sus comunidades cristianas se asienten sobre su ejemplo continuo de ‘vivir en la verdad y la alegría el compromiso sacerdotal, la castidad en el celibato y el desapego de los bienes materiales’, las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada abundarán''.
En este contexto el Papa dio gracias a Dios ''por el testimonio y el servicio continuado de tantas comunidades de religiosos y religiosas que son vitales para el corazón orante de la Iglesia, junto con las muchas cofradías comprometidas y otras asociaciones laicales en la Iglesia de Lesotho y Namibia''.
A continuación reiteró que a la hora de elaborar planes pastorales es necesario prestar gran atención a los más pobres de la sociedad. ''Les pido que se preocupen especialmente por los más necesitados en sus Iglesias, confiando todas las iniciativas al cuidado de Dios''.
Francisco exhortó a los obispos a perseverar ''como hombres de oración profunda y constante, en el camino del Beato José Gerard, que siguió las sugerencias del Espíritu Santo en todas las materias. La oración precede y conduce a la auténtica evangelización”.
''Como saben por experiencia cuando la Iglesia convoca a la tarea evangelizadora, no hace más que indicar a los cristianos el verdadero dinamismo de la realización personal. Es decir, nos está mostrando el camino hacia nuestra felicidad más profunda'', concluyó.
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