Isao Leonardo Estrada Aranda,
4º de Teología
¡Hemos celebrado la Navidad, nos gozamos por el Nacimiento de Jesús en medio de nosotros!
Las vacaciones van acompañadas del descanso físico, la práctica del deporte, estar con la familia, ayudar en las tareas domésticas, y también para orar en familia. Los papás conviven con sus hijos, además de realizar actividades que los ayudan a despejar su mente, a relajarse, divertirse y aprender cosas diferentes de las que les enseñan en la escuela.
En ese lapso es muy común, por parte de los niños y jóvenes, pensar que es una etapa para “no hacer nada”, ya que generalmente no se deja tarea a los alumnos, propiciando la idea de que están exentos de toda obligación. Los papás deben aprovechar para estar con sus hijos y así educarlos, conocerlos mejor, orientarlos, porque la educación no puede darse por correspondencia; la verdadera educación, la del corazón, la de los criterios, la de las actitudes ante la vida, se da solamente en la convivencia.
Si las familias descuidan a sus hijos, los dejan crecer en la calle, andar con los amigos que quieran; no los forman en la fe que ellos profesan ni los forman en virtudes naturales, humanas, en un pronto futuro puede que los problemas de conducta se hagan presentes, haciendo más difícil su corrección.
No es que quiera ponerme de ejemplo, pero cuando se nos da la oportunidad de unos días de descanso en el Seminario, rápido tomo mi maleta con lo necesario y me dirijo con alegría y disposición al encuentro de los seres que amo: mi familia. Trato de exprimir hasta el último segundo al lado de ellos, desde el encuentro con mi mamá hasta el punto de organizarnos una buena convivencia familiar, donde participan desde mis abuelitos hasta el más pequeño de mis primos. Sin duda alguna, son experiencias que se llevan por el resto de los días, y que motivan a seguir encontrándonos en la convivencia diaria.
Signos de los tiempos
Ciertamente, hoy día las vacaciones pueden ser un poco diferentes. Pese a que la época exige, en muchas ocasiones, que ambos cónyuges trabajen y tengan que dejar a los niños al cuidado de las abuelas o en las guarderías, sobre todo en época de asueto, los padres deben darse tiempo de criar a sus hijos amorosa y moralmente. También los cambios en el estilo de vida y en la tecnología, sobre todo porque nos estamos convirtiendo en sociedades más urbanas, son tan rápidos, que no dan tiempo de crear nuevas tradiciones o costumbres.
En este tiempo, el consumismo ha convertido a las familias en sus presas favoritas. Los juguetes caros, como los X-box y los celulares, no logran que la familia desarrolle habilidades, y envían un doble mensaje de que para la diversión lo único indispensable es tener dinero de sobra. Es decir, “para ser feliz se necesita divertirse”, y para divertirse se requiere ser dueño de cosas caras. Por tanto, el mensaje final sería que quien tiene más dinero es el que más se divierte y es más feliz. Cosa que no es así.
Debemos aprovechar estos espacios que se nos ofrecen para convivir con nuestras familias y llevar nuestra vida cristiana adelante. El ponerte en contacto con tus seres queridos, tu familia, es la oportunidad para encontrarte con el Amor de Aquél que nos llama al conocimiento y la felicidad en la fraternidad de los hijos de Dios.
¡No dejes pasar más el tiempo y adéntrate a organizar una buena reunión familiar, siempre con alegría y gratitud!

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