Hace un año… retos del Papa, pendientes

Se arreglaron las veredas. La esperanza se hizo camino. La gente, emocionada, se plantó en el territorio mexicano, al encuentro de Francisco. El  Papa vino a encomendarse y a hablarle a La Guadalupana de lo que sabe de nosotros. Los mexicanos y visitantes movilizaron la geografía nacional para sentir el aliento del Pastor, que sabe recorrer veredas al encuentro de su pueblo.
Fue hace un año, y el recuerdo todavía tiembla de emoción en detalles y sonrisas. La música de mariachis, bandas populares, marimbas de tonos saltarines, coros de voces entrenadas; la algarabía de la fiesta todavía resuena. Atestiguamos palabras serias, amonestaciones directas y un enjambre de gestos de un Padre cercano que se sabe en familia.
Fue claro en asuntos que todavía debieran resonar, antes de que el olvido los cubra: “…cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia, e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo”.
De frontera a frontera, se vislumbra la esperanza del dolor callado y hay gritos silenciosos. Estuvo con los presos, con las etnias que hicieron veredas por las selvas, con las familias en busca de vientos de renovada ilusión. El pueblo se confunde por los ataques de su propio Gobierno; la gente humilde se duele sin asomo de alivio. Un Papa de la euforia de jóvenes, adolescentes que empiezan a proclamar sus expectativas; un futuro derrotado, apenas nacido.                              .
Aún existen sueños ancestrales de comunidades sencillas que ven pisoteadas sus esperanzas, porque apenas salen en los presupuestos raquíticos, las tajadas pingües del erario público caminan en sentido opuesto. “…Bien nos haría, a todos, hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón, perdón, hermanos! El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita a ustedes”.
El Santo Padre, al arribar a nuestro suelo, hizo una radiografía del alma mexicana, que puede ser quebrantada en su espiritualidad guadalupana por los pecados nuevos y antiguos “…Tentaciones enormes, que pueden venirnos de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad”…
Se advierten, sí, futuros promisorios que animan la Historia del presente, pero que  deben  trabajarse con dedicación y  mucho sentido pastoral: …“Pienso, y me animo a decir, que la principal riqueza de México, hoy, tiene rostro joven. Sí, son sus jóvenes. Un poco más de la mitad de la población está en edad juvenil. Esto permite pensar y proyectar un futuro, un mañana. Da esperanza y proyección”. Los jóvenes son un reto urgente de las Familias, la Iglesia, el Gobierno.
“No caer en la tentación de resignarse ante las dificultades”, les dijo a las religiosas y religiosos, y en ellos a todo México. Todavía hay grandes retos, pues.

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