“Una ética y un derecho basados en la amenaza de la destrucción recíproca –y potencialmente de toda la humanidad– son contradictorios con el espíritu mismo de las Naciones Unidas”, por lo que “debemos comprometernos en un mundo sin armas nucleares, aplicando plenamente el Tratado de no proliferación, en el papel y en el espíritu”, afirma el Papa.
Francisco también escribe que si “se toman en consideración las principales amenazas a la paz y a la seguridad con sus múltiples dimensiones en este mundo multipolar del siglo XXI, como por ejemplo el terrorismo, los conflictos asimétricos, la seguridad informática, las problemáticas ambientales y la pobreza, no pocas dudas emergen sobre lo inadecuado de las armas nucleares para responder eficazmente a tales desafíos”.
El Papa también menciona su preocupación por las “catastróficas consecuencias humanitarias y ambientales que derivan de cualquiera de las armas nucleares con devastadores efectos indiscriminados e incontrolables en el tiempo y en el espacio”.
Por otro lado, pide preguntarse “cómo de sostenible es un equilibrio basado en el miedo, cuando se tiende a aumentar el miedo y a minar las relaciones de confianza entre los pueblos”.
“La paz debe ser construida en la justicia, sobre el desarrollo humano integral, sobre el respeto de los derechos fundamentales, sobre la custodia de la creación, sobre la participación de todos en la vida pública, sobre la fidelidad entre los pueblos”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 28 de marzo de 2017
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