Pbro. Lic. Armando González Escoto
El calendario cívico nacional invita a los mexicanos a celebrar en este mes la gesta de los llamados “niños héroes” el día 13, y el inicio de la guerra de independencia el día 16, pero a nadie le pasa por la cabeza recordar que el día 27 debería ser igualmente celebrado e incluso con mayor entusiasmo, pues fue un 27 de septiembre cuando el virreinato de la Nueva España conquistó efectivamente su independencia naciendo en esa fecha un nuevo país al que se denominó “México”, era el año de 1821.
Alguien podría sugerir que antes de celebrar dicha independencia deberíamos de preguntarnos qué hemos hecho, o hemos dejado hacer de ese país independiente. La respuesta es inmediata, apenas nos hicimos independientes, el flamante nuevo gobierno mexicano se dedicó a volvernos nuevamente dependientes, ya no de España, pero sí de cuanta potencia extranjera fue posible.
Ocurrió en el siglo XIX y en el XX, también en el XXI, y el mecanismo para lograrlo fue el de estar pidiendo y pidiendo y pidiendo préstamo tras préstamo hasta que toda la nación quedó hipotecada. Apenas se consumó la Independencia ya el gobierno mexicano había pedido y obtenido un préstamo equivalente a cuarenta mil centenarios. Hoy México debe nueve millones de millones de pesos, tres más que hace cinco años, ¿Cómo puede realmente pensarse que sea un país independiente?
Muchos de esos millones de millones se pidieron prestados, que para reducir los márgenes de pobreza, pero resulta que la cantidad de mexicanos viviendo en pobreza, en lugar de disminuir ha aumentado, entonces… ¿A dónde fueron a dar esas increíbles sumas de dinero?.
En el actual sexenio el poder adquisitivo de los mexicanos cayó un nueve por ciento, la moneda se devaluó hasta un treinta por ciento, y el número de pobres aumentó en quinientos mil más.
No es tan fácil decir que los mexicanos tuvimos la culpa de ese endeudamiento, ya que ni entonces, ni ahora, nos han jamás pedido permiso para contraer deuda tras deuda; esas decisiones las toman diputados, senadores, alcaldes, gobernadores y presidentes sin consultar nunca a la sociedad que es la que luego debe pagar intereses y préstamos.
Nuestras faltas han sido otras: la indiferencia, la apatía, el fatalismo, la ignorancia culpable, la pereza, la ausencia de espíritu democrático, el individualismo, el egoísmo, muchas veces la complicidad; sí, somos muy buenos para gritar “viva México” siempre y cuando eso no nos comprometa a nada que modifique para bien la situación de nuestro país. Por lo mismo dejamos siempre que los problemas lleguen al extremo, lo cual ha provocado guerras y revoluciones hechas por extremistas y sobre todo por vividores muy hábiles para quedarse con las ganancias de poder y dinero que otros les granjearon con su muerte.
En el presente año cada mexicano debe 103,400 pesos, desde el recién nacido hasta el anciano, por concepto de la deuda contraída por el gobierno “democrático” del México “Independiente”.
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