Tecnologías buenas… si los adultos cooperan

Pbro. Alfonso Rocha Torres

Aunque cada vez hay más pruebas que sugieren que los niños y los dispositivos móviles son una combinación tóxica, muchos padres se enfrentan a retos difíciles desde su postura de limitar el uso de smartphones y computadoras para sus hijos a  sabiendas de los riesgos para su desarrollo físico, psicológico, social y espiritual.
Si bien hay ya un movimiento de padres que no darán celular a sus hijos hasta que terminen la secundaria; esto se dificulta por otros factores, explica Jim Schroeder en Aleteia.
Aquí están los 9 adultos que están dificultando que otros padres restrinjan el acceso de los niños a los dispositivos:

1.-Los padres que se
deshicieron de su
teléfono fijo
Los niños sin celular que asisten a fiestas o reuniones en casa de sus amigos pueden sentirse incómodos si esa casa no tiene un teléfono fijo, que no almacena información personal y no tiene textos privados apareciendo en la pantalla en cualquier momento. ¿Cómo llaman a casa para que los recojan o para avisar que todo va bien? Pueden pedir a sus amigos que les presten sus celulares, pero esa no es una opción deseable. Será difícil que se lo pidan a los padres anfitriones.

2.- Los entrenadores
Antes los entrenadores determinaban una hora fija y consistente para los entrenamientos y los partidos. Los padres entendían que, salvo algo extraordinario, las prácticas comenzarían y terminarían según lo programado. Pero como hoy muchos hacen todo “sobre la marcha”, padres e hijos tienen que estar “disponibles” en caso de un cambio de última hora.

3.- Los abuelos
Los dispositivos electrónicos son el regalo preferido de los niños, pero a menudo son los abuelos, las abuelas, las tías, los tíos y otros miembros de la familia quienes los compran, con frecuencia sin pedir permiso a los padres primero; dificultando así el mantener buenas decisiones tecnológicas.

4.- Administradores
escolares
Cada vez más, los maestros están asignando tareas en línea y muchos incluso requieren que los estudiantes descarguen aplicaciones de mensajería como Remind para tareas, recordatorios y para comunicarse. Esto pone en un aprieto a los padres que están presionando en contra de la tecnología a tan temprana edad o que quieren confiscarle el celular a un hijo como parte de un castigo. “¡Pero, mamá! ¡Necesito mi teléfono para terminar mi tarea de inglés!”.

5.- Profesores de
secundaria
Incluso más allá del uso excesivo de pantallas para “propósitos educativos”, los maestros —incluso ya en secundaria— están pidiendo a los niños que saquen sus teléfonos en clase y los usen para el trabajo en clase y las tareas. ¿Y si tu hija es un bicho raro que no tiene teléfono? Es posible que no solo se sienta avergonzada frente a sus compañeros, sino también frente a su profesor.

6.- Profesores de
instituto
Cuando los profesores envían mensajes de texto de manera rutinaria a estudiantes menores de edad en varios momentos a lo largo de la tarde y la noche, los borrosos límites entre adultez y juventud, entre trabajo y juego (o descanso), de repente suponen un problema real.
7.- Hermanos y
familiares
Cuando los familiares entregan sus dispositivos móviles en cualquier momento a nuestros hijos para que jueguen, y durante largos períodos de tiempo, sin quererlo apoyan los mismos hábitos que estamos tratando de romper.

8.-Empresarios
A medida que los preadolescentes y adolescentes pasan de hablar por teléfono a enviar mensajes de texto y finalmente a utilizar diversas apps (por ejemplo, Snapchat, Instagram) para la mayoría de las comunicaciones, los adultos, poco a poco, están haciendo lo mismo. En el mundo de las ventas, la práctica de mantener conversaciones y enviar correos electrónicos está dando paso rápidamente a los mensajes de texto y otras formas inmediatas y flexibles de comunicación. Esto obliga a los padres a sentir que sus jóvenes deben tener todas las opciones de comunicación a mano, incluso si ello plantea riesgos obvios.

9.- ¡Nosotros!
“Todos los amigos de mi hijo tienen celular… no darle permiso a mi hijo, solamente va a aislarlo socialmente”.

“Al menos si mi hija tiene teléfono, puedo localizarla en cualquier momento y saber dónde está”.

“Todo el mundo tiene celular hoy en día… así es como funciona el mundo”.

Todos estos sentimientos, aunque válidos en cierto modo, hacen más difícil que otros padres tomen buenas decisiones.

La “presión de los padres” es un verdadero lujo y los que no lo hacen solo están haciendo más difícil para todos los padres tomar decisiones basadas en la ciencia y los valores.

Demos ejemplo. La consistencia en lo que decimos y hacemos es la clave para tomar buenas decisiones y establecer prácticas saludables.

COMENTARIOS:
vivirenlapantalla@gmail.com

PARA SABER MÁS:
www.es.aleteia.org

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